¿Sabes cómo la población medía la duración de los sismos en la época colonial?

Fuente: Pinterest

En 1989, posteriormente de los sismos ocurridos en 1985, se llevó a cabo  una mesa redonda  organizada por el Centro de Investigación Sísmica de la Fundación Javier Barros Sierra, ahí se trató el tema de los sismos, pero visto desde diferentes perspectivas. Lo trabajado ahí se conjuntó en el libro: Macrosismos: aspectos físicos, sociales, económicos y políticos.  En los trabajos presentados, la doctora Virginia García Acosta, menciona que recabó información sobre sismicidad y factores sociales y políticos del periodo de 1455 a 1912. En los documentos utilizados para su investigación encontró que durante el periodo colonial, resalta la influencia de la religión en la vida de las personas. En el caso de la ocurrencia de los sismos, los documentos que recopiló decían: “ que un sismo había durado uno o dos credos, rezados con devoción».

Adicionalmente, en el Tomo II de Los sismos en la historia de México, en el que se aborda el aspecto social del fenómeno sísmico,  la misma autora señala que la medición de los sismos se realizaba de manera cualitativa: duraban “mucho”, “poco”, o fueron de “corta” o de “larga duración” y se mantuvo esa costumbre en el siglo XVII, particularmente en eventos que acontecían durante la noche”.

Según las fuentes consultadas, la investigadora García Acosta también afirma que la duración de los sismos se magnificaba, por ejemplo: “el 16 de agosto de 1711 duró “casi media hora” y el del 11 de febrero de 1668, un registro señala que “duró casi una hora”. Lo anterior lleva a pensar a la autora que la duración de un sismo era directamente proporcional al miedo experimentado.

En relación a las réplicas de los sismos y su duración, la investigadora encuentra que también se puede ver la percepción del tiempo en el sismo acontecido el 28 de diciembre de 1568, en el que el Padre Tello escribe: “en breve tiempo tembló muy fuertemente la tierra, espacio de dos horas, por intervalos” y en 1575 “en un paraje nombrado Zacateotlán [Puebla] duró el temblor cuatro días […]. Después volvió a temblar, duró el movimiento de la tierra seis días”.

En la obra se menciona que los segundos como medida de tiempo ya se encontraban desde el siglo XVII. En relación a un sismo ocurrido el 26 de junio de 1785 “se verificó un movimiento de vibración muy fuerte pasados dos segundos comenzaron los movimiento oscilatorios casi en la dirección norte a sur, los que duraron por espacio de siete segundos”.

Sin embargo, no fue constante esta medición en el periodo colonial, dada la gran importancia de la religión, por lo que los sismos tenían como unidad de medida los rezos, principalmente Salmos y Credos.

Citamos algunos ejemplos curiosos que muestra la autora sobre este tema:

“Fray Francisco Ximénez relató que en San Cristóbal, la noche del 24 de diciembre de 1545 “hizo un tan grande temblor de tierra, que pensamos que se hundía el mundo y duró espacio de tres Salmos de Miserere que a todos puso en admiración”

Pedro de Fonseca, ministro de la Santa Inquisición señaló que el miércoles 7 de octubre de 1616: “Como a las dos horas del mediodía, tembló la tierra, y duró más tiempo que en cuanto podían rezar cuatro Credos y luego este mismo día volvió a temblar a las doce de la noche, duró como dos Credos”.

El diarista Antonio de Robles, afirmó que el 4 de marzo de 1702 “tembló la tierra recio por espacio de más de un Credo”.

El también diarista Gregorio Martín de Guijo mencionaba que el sismo del 17 de enero de 1653 “duró más del tiempo que se puede ocupar en rezar dos Credos con devoción”.

La investigadora García Acosta concluye que, dado que estas oraciones eran muy comunes, se tenía un tiempo calculado de su duración al decirlas, adicionalmente era lo que se usaba rezar en momentos angustiantes como un terremoto.

Otro de los rezos al que se recurre en situaciones difíciles es La Magnífica. Una oración escrita  en la Biblia, en el evangelio según San Lucas; es considerada una de las oraciones más poderosas de la iglesia católica. En la obra realizada por la Mtra. Luz María Silva Ortiz, socióloga por la UNAM y maestra en e-learning. “Crónica de seis siglos de sismos en México: lecciones aprendidas y perspectivas”; en la que aborda la historia de los sismo en México a lo largo de los últimos 600 años y su impacto en el plano económico-social; se cita: “Antes de 1985 se buscaba el marco de una puerta para pararse abajo y los católicos rezaban La Magnífica, que además servía para medir si era un temblor largo o corto. La Magnífica o Magnificat es una oración más larga que el Padre Nuestro o el Ave María, Además contiene palabras poco comunes, lo cual hace que la gente se demore al rezarla. Si el movimiento telúrico dura menos que el rezo se le llama temblor. Si dura más y es muy fuerte es un terremoto. Esas diferencias desaparecen en 1985, cuando además la sociedad es más laica que la tradicional”.

Fuentes:

Rosenblueth, Emilio. “Macrosismos: aspectos físicos, sociales, económicos y políticos”. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, 1989. p. 13

García Acosta, V. “Los sismos en la historia de México: El análisis social”. Ediciones científicas universitarias. Fondo de Cultura Económica. 2001.

Silva Ortíz, Luz M. «Crónica de seis siglos de sismos en México» Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros, AMIS. 2019. p. 111.

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