Me considero el tío abuelo del CIRES: Humberto Rodríguez y Cayeros
Humberto Rodríguez y Cayeros lo ha visto casi todo en materia de instrumentación y registro sísmico desde que entró a la Facultad de Ingeniería de la UNAM allá por el año de 1954. Testigo vivo y actor directo en la creación y desarrollo de tecnología para la medición sísmica, el profesor Humberto como lo llaman sus alumnos, es también formador de generaciones de ingenieros desde 1959, se sienta a la mesa con los grandes nombres de la ingeniería sísmica de México y sigue activo tanto en la docencia como en la asesoría de la dirección general del CIRES.
Entrevista al ingeniero Humberto Rodríguez y Cayeros
Comunicación: ¿Qué estudió y en dónde?
HR: Yo estudié Ingeniería Mecánica Eléctrica en la Facultad de Ingeniería de la UNAM y me recibí en 1958; en 1959 entré dar clases ahí mismo y un poco después ingresé al Instituto de Ingeniería.
Comunicación: ¿Se acuerda sobre qué hizo su tesis?
HR: Sí cómo no, claro que sí, fue sobre una máquina para balancear motores; el papá de un amigo mío tenía una fábrica de electrodomésticos y un buen día comentó que requería balancear los motores de sus máquinas pero argumentó que eso era muy caro; mi amigo y yo nos quedamos viendo y le dijimos que nosotros lo hacíamos.
Así lo hicimos y todo fue un éxito; formábamos un buen equipo, tanto que al terminar la carrera realizamos una tesis conjunta pero el Consejo Técnico de la UNAM no nos dejó, entonces yo hice mi tesis de la máquina que balanceaba motores y mi amigo sobre el diseño de éstos.
Esto lo único que indica es que la ingeniería siempre ha sido mi inquietud, mi actividad y mi hobby, muchas de mis actividades en la vida las he hecho por gusto, me han encantado; durante mucho tiempo estuve en el Instituto de Ingeniería de la UNAM pero mi actividad no se limitó a eso, yo estuve primero en una compañía que representaba instrumentos de medición, aquí en México y se llamaba Instrumentos Industriales Foxboro, eran de medición de procesos y control industrial.
Posteriormente me fui a trabajar a una de las filiales de Phillips haciendo también cosas que me encantaban, sin ser ingeniero electrónico, siempre me encantaron esos asuntos; hay dos o tres cosas que me han fascinado en la vida, una es la electrónica y los circuitos, otra es desarmar cosas y arreglarlas, desde siempre, y una más es la música pero no como ejecutante sino la parte técnica de la música.
Después de haber estado en Phillips, entré a trabajar al Instituto de Ingeniería de la UNAM (IIUNAM), en aquella época solo integraban al Instituto puros ingenieros civiles, de hecho fui el primer ingeniero no civil que estuvo en el IIUNAM, me considero muy afortunado porque ahí hice lo que de todas maneras hubiera hecho sin que me pagaran, era como mi hobby.
El IIUNAM fue creciendo a raíz de la incorporación de algunos compañeros que regresaban de estudiar su posgrado en la Universidad de Illinois, ellos estaban muy interesados en la parte de estructuras desde el punto de vista dinámico, es decir de cómo se movían éstas con y sin sismos; de hecho en el IIUNAM originalmente se tuvo gran interés en estudiar ese tipo de fenómenos, hay que recordar que el IIUNAM se fundó a raíz del temblor de 1957 que tiró al Ángel de la Independencia en la CDMX. Entre las personas que originalmente fundaron el Instituto, además del doctor Emilio Rosenblueth, estaban el doctor Luis Esteva Maraboto y el doctor Roberto Meli, entre algunos otros. Yo no soy estructurista ni mucho menos.
Los orígenes de la instrumentación sísmica en México.
HR: Uno de los intereses del IIUNAM desde luego, era obtener conocimiento de los sismos, para ello, en 1960 aparecieron unos instrumentos que permitían medir los efectos que pudieran tener los sismos fuertes en edificios; existía ya una instrumentación sísmica básica como la que se tenía en el Sismológico Nacional en Tacubaya, pero eran aparatos hechos para medir aspectos un poco alejados de lo que interesaba a la ingeniería.
En este sentido, yo dividiría el interés que tienen los científicos sobre los sismos en dos grupos, uno es el de los sismólogos y geofísicos, que ven el aspecto científico de cómo se desarrolla un sismo, cuál es el mecanismo, por qué tiembla y demás, y el otro es el de los ingenieros que tienen otro interés, es decir, su interés es conocer cómo los sismos importantes afectan a las obras de ingeniería y cómo obtener datos a partir de registros.
Alrededor de 1960 surgió alguna instrumentación sísmica en Japón, de ésta se importaron tres o cuatro instrumentos, unos se pusieron en el IIUNAM, otros se instalaron en las obras que en ese momento se llevaban a cabo en Nonoalco Tlatelolco, otros se pusieron en la Torre Latinoamericana y otros más en la Ciudad Universitaria de la UNAM.
Con ello se empezaron a tener los primeros datos para saber cómo eran los sismos que afectaban a la Ciudad de México; dado que los sismos van a seguir ocurriendo, (ya que no hay un espanta sismos en ninguna parte del mundo y por lo tanto no se pueden evitar), pues hay que conocerlos, hay que conocer al enemigo para ver cómo nos defendemos y esa es la intención de la instrumentación sísmica según creo yo.
Esos instrumentos provenientes del Oriente sin embargo, estaban diseñados para los sismos que ocurrían y ocurren en Japón, que tienen unas características diferentes a las México en general y a las de la Ciudad de México en particular, generalmente, aunque hay excepciones desde luego, ocurren en las costas primero y unos segundos después se sienten en la ciudad.
En 1962 con un colega que ya falleció y yo hicimos muy buena mancuerna, me refiero al ingeniero Jorge Prince, de quien sostengo por cierto, que se fue cuando todavía tenía mucho que aportar, él era ingeniero civil especialista en dinámica y yo estaba a cargo del departamento de electrónica, así se llamaba en aquella época, pero estrictamente hablando era más bien de instrumentación.
Prince y yo vimos que los instrumentos japoneses que se habían instalado a veces fallaban porque temblaba y no se disparaban y dijimos, ¿cómo le hacemos? Y pensamos: “resulta que cuando tiembla en la costa, después de unos segundos se siente en la CDMX, por qué no le avisamos a los aparatos que esta temblando allá, para que se ´arranquen´ acá en la ciudad.
Esa fue la primera idea que se nos ocurrió; en aquella época teníamos la idea pero no la tecnología ya que ésta no estaba madura, la única manera que había de conectarse de Acapulco para la CDMX era por onda corta; y por onda corta es algo verdaderamente milagroso ya que la señal va y viene, es medio temperamental, durante el día no es posible confiar en ella, más bien es en la noche cuando es más confiable; esta era una afición que tuvimos algunas personas de hace 60 años.
Yo tenía un amigo que era el radio aficionado número uno de México, el señor Juan Lobo y Lobo, lo contacté y se llegó a la conclusión de que era muy difícil hacer esa comunicación. Durante mucho tiempo se estuvo gestando la idea de poder hacer ese contacto y poder disparar a distancia los aparatos que nos permitieran conocer los temblores.
Fueron mejorando los diseños de los instrumentos que al principio eran solo mecánicos, muy voluminosos y pesados, incluyendo los de Japón, pero aun así eran un prodigio de precisión mecánica, sin embargo, comparados con la tecnología actual eran antiguallas, poco después fue mejorando todo, y aparecieron instrumentos de registro fotográfico como uno que conservan en el CIRES creo que como un buen recuerdo.
El alertamiento sísmico, comenzaba a convertirse en realidad.
HR: El cambio notable fue alrededor de 1970, en el instituto se llevó a cabo un proyecto que patrocinó la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO); se hizo un convenio en el cual el Instituto de Ingeniería de la UNAM desarrollaría un proyecto sobre mecánica de suelos y dentro de éste incluiríamos lo que había sido nuestra inquietud por muchos años: poder comunicar desde la costa hacia una estación de registro que estuviera en Ciudad Universitaria de la UNAM (CU) y que permitiera concentrar toda la información.
Claro que la tecnología de entonces nos planteó limitaciones, haber hecho esa red de instrumentos independientes tenía el inconveniente de que, para muchos estudios de los interesados en el tema sísmico, se necesitaba que la información fuera simultánea con el objetivo de poder compararla una contra otra, unos estudios contra otros pero con certidumbre de que el registro fuera simultáneo, y eso no se tenía porque en aquella época no había GPS, los relojes de cuarzo todavía no existían, muchas cosas no existían.
¡Aun así se logró hacer! Fue en una estación de registro en la que se reunió información de estaciones lejanas vía radio con una comunicación prácticamente instantánea, se logró tener en un registro dentro de CU.
Se buscaron expertos para seguir desarrollando el proyecto pero en aquella época no había tantos, se pensó inclusive en buscarlos a partir de una situación poco agradable: en aquella época estaba en auge la Guerra Fría y había muchas naciones interesadas en espiar al enemigo, para cuestiones como explosiones subterráneas, pruebas atómicas etc., pensamos que quizá encontraríamos talento en Rusia, en Estados Unidos, en Inglaterra, en Suecia o en Francia.
En estos países había estaciones que detectaban movimientos muy leves y que transmitían por radio a estaciones de registro; se aprovechó un poco esa tecnología pero cuando se quiso utilizar para una aplicación de paz, como era nuestro caso, no se pudo porque esa tecnología estaba destinada a otro fin, no era 100% aplicable; pero nosotros que seguíamos empeñados y con la certidumbre de que sí se podía hacer pero que no era factible en ese momento.
Pero para nuestra fortuna se dieron un par de circunstancias muy interesantes, una, que en Estados Unidos se había hecho una red para tener información sísmica y poder detectar las explosiones del otro lado de la Cortina de Hierro aprovechando las redes de microondas; simultáneamente aquí en México se inauguró la primera red de microondas, entonces se pensó que se podía aprovechar eso en el país; yo estuve en algunas de esas reuniones junto con el Ing. Prince y el Dr. Cinna Lomnitz, viendo de qué manera se podía hacer aquello.
El Dr. Lomnitz fue el que propuso hacer una red aprovechando las estaciones de microondas incursionando en el mundo digital, a mí me pareció excelente pero solo como un ideal, ya que para hacerlo realidad, debíamos de ejecutarlo un poco a la antigüita, hacer un sistema analógico, aprovechando el hecho de que en ese momento empezaron a aparecer componentes electrónicos y aparatos que no tenían nada que ver con la cuestión sísmica pero que a la postre nos servirían.
Me refiero a unas grabadoras para aeropuertos que podían grabar simultáneamente hasta 30 canales de audio para las conversaciones que hacían los controladores aéreos con los aviones, eran grabadoras de cinta, al mismo tiempo cayó en mis manos un catálogo de la Phillips y dije: ‘esto se podría aprovechar para tener un registro de todas esas estaciones’; otra circunstancia también favorable del avance tecnológico fue que en ese momento se estaba cambiando el sistema telefónico para hacerlo por tonos y ya no por disco, entonces se desarrollaron algunos circuitos electrónicos especialmente diseñados para eso, y con esa inquietud que uno tiene de ver otras cosas, dijimos: ¡esto puede servir para hacer telemetría! se hizo y funcionó.
Instrumentos que se siguen utilizando y forjador de talentos.
HR: Por cierto el otro día tuve la oportunidad de platicar con alguien del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y me dijo que esos equipos que se diseñaron en aquella época, hace 50 años más o menos, son los ahora están dando la información del Volcán Popocatépetl.
Es de justicia elemental decir que en esos años, estos equipos y el sistema al que me refiero se diseñaron gracias a una circunstancia muy favorable, resulta que un grupo de estudiantes muy brillantes hizo su tesis sobre ello, me refiero al director del CIRES, A.C. Ing. Juan Manuel Espinosa, al Ing. Roberto Quaas quien fue director del mismo CENAPRED y a los ingenieros, Rodolfo Peters, Gerardo Legaria, y Juan García, quienes elaboraron su trabajo de investigación para titularse, precisamente sobre ese equipo y ese sistema que nosotros llamamos SISMEX o Sistema de Información Sísmica Mexicana.
La sede fue el Instituto de Ingeniería de la UNAM y permitió concentrar la información sísmica en CU, la tesis de estos brillantes alumnos de Ingeniería Electrónica y Comunicaciones, consistía en el diseño de todos los instrumentos que se fabricaron a la postre en México y que integraron a ese sistema de información sísmica.
Durante mucho tiempo por cierto, una vez ya funcionando aquello, el Ing. Espinosa estuvo a cargo de esos instrumentos y adquirió un conocimiento envidiable porque vivió la experiencia de diseñar y montar estaciones en lugares inaccesibles, de mantener los equipos etc.
Esos equipos a pesar de que tenían un origen amateur en el sentido de que no habían piezas ni refacciones a nivel comercial para ellos y de que se diseñaron aprovechando cosas que no estaban hechas para tales fines, eran de gran precisión; el grupo de estudiantes al que me referí, conjuntó equipos para aeropuertos, para telefonía etc., cosas totalmente ajenas y los hicieron funcionar; funcionó y funcionó muy bien.
Y funcionó tan bien que cuando ocurrió el sismo de 1985, el Instituto de Ingeniería de la UNAM se volvió como el ombligo del mundo, todos los académicos e investigadores llegaban ahí al instituto a ver la información que se había obtenido con aquel sistema que se desarrolló, como ya dijimos, en los años 70´s y que se estuvo trabajando y mejorando desde una perspectiva de mejora continua.
Y entonces, eso que se piensa que el sistema de información y de alerta sísmica es muy novedoso no es correcto, tenemos más de 50 años trabajando sobre ello; otra estación que recuerdo estaba en el observatorio astronómico de Tonanzintla, Puebla, para medir y registrar la vibración que producía el giro de la cúpula de su telescopio.
Eso nos permitió, sobre todo al ingeniero Espinosa, quien tuvo un papel muy importante posteriormente en todo lo referente a la instrumentación, el registro y el alertamiento sísmico, saber que sí se podía establecer una comunicación para disparar aparatos; él y otras personas dijimos: ‘pues de una vez vamos a aprovechar esa tecnología y esos enlaces para alertar sismos’.
Fue evolucionando la idea, luego ocurrió el sismo de 1985 y se vio una vez más que a la Ciudad de México la afectaban sismos de mucha importancia; como lo decía hace rato, hay conocer al enemigo para poder defenderse.
Se pensó en aumentar la red de instrumentos con base en el Instituto de Ingeniería que tenía en ese momento una distribución con algunos instrumentos en la ciudad y en las principales presas del país como las del Infiernillo, ubicada en los límites de los estados de Michoacán y Guerrero y la de Malpaso que esta en el estado de Chiapas, etc.
Pero eso no era la labor de una institución de investigación como lo es el Instituto de Ingeniería; se organizó entonces un grupo que pudiera atender esa necesidad, con otra salvedad: se pensó en sacar el equipo de la UNAM pues se daban muchas huelgas o conflictos, y tener ahí un equipo tan delicado e importante al que se le debe de asegurar un funcionamiento continuo, no era conveniente.
El CIRES.

HR: A partir de esa propuesta y bajo la tutela de la Fundación Javier Barros Sierra que ya existía desde 1975, el Dr. Emilio Rosenblueth y otros notables crearon tres centros de investigación y desarrollo, uno de prospectiva, uno de investigación sísmica y otro de instrumentación sísmica que es el actual Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, (CIRES, A.C.). Corría el año de 1986.
Entonces se propuso muy atinadamente al Ing. Juan Manuel Espinosa Aranda para que lo dirigiera, él ha estado al frente de todo el desarrollo que conocemos ahora, ha sido el responsable de aquellos instrumentos que eran en parte al IIUNAM, de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y de la Fundación ICA, para conformar una sola red; el Ing. Espinosa y su equipo, la mejoró, la perfeccionó y la amplió con apoyo del entonces Departamento del Distrito Federal (DDF).
Por otro lado, de todo aquel desarrollo que platicábamos al principio de esta entrevista, que se hizo para activar instrumentos a distancia, se perfeccionó, se hizo confiable y se vio la oportunidad destinarlo para alertar a la gente sobre la llegada de un sismo a la Ciudad de México, todo esto también bajo la dirección del Ing. Espinosa.
La autoría de la alerta sísmica en México.
HR: La idea de alertar a la gente por un sismo no es una novedad, eso surgió a finales del siglo XIX cuando estaba de moda el telégrafo, que era el último grito de la moda en aquella ápoca. Entonces, a raíz del terremoto de varios sismos en San Francisco, California, Estados Unidos, alguien de apellido Cooper pensó en la posibilidad de alertar vía telegráfica a la gente de que se aproximaba un sismo a la ciudad; son muchas cosas que surgen como ideas pero lo verdaderamente retador es llevarlo a cabo y que funcione.
Se pueden tener ideas sobre muchas cosas pero en ocasiones no hay la manera de llevarlas a cabo, como Julio Verne que se le ocurrió ir a la Luna y propuso que se debería de salir desde La Florida y muchas cosas que se han cumplido pero que pues en su tiempo no había la tecnología, y si ese es el caso, hay que aguantarse y no hay más remedio.
Comunicación: ¿Nos podría contar algo sobre el Dr. Cinna Lomnitz y sus ideas de alertamiento sísmico?
HR: Si como no, le voy a contar: en una ocasión tuvimos una reunión Lomnitiz, Prince y un servidor; y él se fue por el lado de hacer, como se pensaba originalmente, enlaces por microondas, no se si lo lograron, su idea era enviar la señal con una solución digital, pero la tecnología no estaba madura en ese momento para llevar a cabo los enlaces. Nosotros en cambio, a pesar de que nuestra solución analógica no era muy ambiciosa en el sentido técnico, funcionó, es decir, la nuestra era una solución de ingenieros y la otra era una solución de teóricos.
Comunicación: ¿Entonces la idea de un sistema de alertamiento en realidad surgió de todos, pero ustedes fueron quienes la desarrollaron?
HR: Así es, pero hay que decir que hubo ciertos intentos, le llamaban Red Sismológica Mexicana de Apertura Continental (RESMAC), la red aquella en teoría y a través de un sistema de telemetría, pretendía obtener señales sísmicas en tiempo real de manera remota.
Independientemente de que yo diga que lo nuestro sí funcionó y lo otro no, (a lo mejor es cierto), hay que reconocer que se hicieron muchos esfuerzos indudablemente muy valiosos; los resultados de manera práctica que sí funcionaron se vieron reflejados en la red que nosotros hicimos llamada SISMEX, me refiero a la transmisión de datos a distancia.
Una cosa que también se aprovechó de manera favorable y paralela al desarrollo tecnológico, fue que en aquel momento aparecieron unos pequeños radios que permitieron hacer la comunicación y que estaban diseñados para otra cosa, eran para a la transmisión de datos, eran unos radios que estaban en los walkie talkies que estaban de moda en aquella época y al evolucionar en otras bandas de frecuencia y radiofrecuencia, se hicieron comerciales.
Entonces nosotros aprovechamos la aparición de eso junto con las nuevas tecnologías de circuitos integrados y logramos hacer un equipo, un instrumento y un sistema que funcionó; logramos hacer un sistema con equipos que funcionaron, logramos hacer comunicación de la costa de Acapulco hasta la Ciudad de México, “pegando tres brincos”, uno de Acapulco a Chilpancingo, otro de Chilpancingo a la Sierra del Chichinautzin localizada entre Morelos y la Ciudad de México y de ahí para acá.
Comunicación: ¿Se enemistó con el Dr. Cinna Lomnitz?
HR: En realidad yo no tuve que ver mucho con el Dr. Lomnitz, a lo mucho fue una enemistad legal, a lo mejor usted ha tenido algún conocimiento del tema de la demanda de la patente de la alerta sísmica. Lo que resultó fue que en aquella época me nombraron por parte del DDF, perito en comunicaciones, sismología etc., me llenaron de títulos.
Comunicación: ¿Eso fue porque seguramente lo consideraron una autoridad en la materia no?
HR: Puede ser, mi interés ha sido ese pero de una forma accesoria, es decir, a mí me interesaba el aspecto técnico de resolver el asunto de los instrumentos, de cómo hacerlos, la idea en sí misma, de qué se quiere hacer y para qué se va a utilizar; participé pero para poner a nivel de piso las ideas de la gente, para aterrizarlos, y es que llegaban con unas ideas muy ambiciosas, irrealizables para su época; afortunadamente ahora sí se pueden hacer casi todas las cosas que me planteaban en aquel tiempo, en aquel momento sin embargo, era muy difícil.
Le decía yo que con el Dr. Lomnitz era más bien una enemistad legal por la demanda aquella que se hizo sobre el sistema de alertamiento sísmico y sobre su patente, ésta se echó para atrás porque se determinó que la alerta sísmica, “era algo no patentable”; era algo tan general que era inadmisible para el caso de una patente, finalmente se demostró que ni era su idea original, ni se podía dar una patente de esa amplitud y se echó para atrás; ya después si nos cruzábamos en el camino sí nos saludábamos.
Comunicación: ¿Nos podría hablar un poco más sobre la creación del CIRES?
HR: Sí, el CIRES se creó precisamente como una estrategia para que el acervo de instrumentos sísmicos se distribuyera entre otras instituciones, además del propio Instituto de Ingeniería. Además se vio la necesidad de que hubiera un organismo con la figura de una asociación civil, la intención era hasta donde fuera posible, esterilizarlo de los problemas de la UNAM.
Comunicación: ¿Problemas como las huelgas o la toma de instalaciones?
HR: Sí, de todo eso, por ejemplo de reyertas, de huelgas, de saqueos, de vandalismo; yo tengo muchos años de dar clase, incluso a mí me tocó ir a dar clase a aulas externas a la UNAM que facilitaban instituciones incorporadas como la Universidad del Valle de México. La sede del instituto por ejemplo, fue trasladada a lugares que facilitaban algunas gentes de bien que nos decían: -yo aquí tengo un piso desocupado vénganse para acá- como por ejemplo el Colegio de Ingenieros Civiles, otro sitio por Rio Mixcoac, a veces en casa de uno o de otro, se sentía como una cosa hasta subversiva.
Pero le decía del CIRES, A.C., primero estuvo bajo los auspicios de la Fundación Javier Barros Sierra, los fundadores o los primeros integrantes fueron, el Ing. Juan Manuel Espinosa, el Ing. Gerardo Ibarrola y el Ing. Oscar Contreras, quienes han sido fieles al CIRES, creo que Oscar Contreras salió un tiempo de la institución pero regresó.
Otro que ya tiene muchos años es José de Jesús Dávila, él estuvo trabajando conmigo en el Instituto de Ingeniería. Recuerdo también al Ing. Raúl Maldonado, entre los dos me apoyaban mucho. Yo era el único ingeniero no civil dentro de instituto, tiempo después empezó a aumentar la demanda de talento para resolver los problemas, no solamente en la cuestión de vibraciones sino en cuestiones hidráulicas, etc., recordemos que el Instituto de Ingeniería de la UNAM es una institución que depende mucho de la parte experimental para comprobar si lo que están diciendo en teoría los ingenieros e investigadores es cierto y se puede llevar a la práctica; en la parte experimental se necesita construir aparatos, diseñarlos, ese era el apoyo que dábamos nosotros; entones creo que primero entró Raúl Maldonado y un poco después José de Jesús Dávila.
Comunicación: ¿Entonces conoce a los grandes ingenieros de México de los últimos tiempos?
HR: Pues sí, ya sea como compañeros míos o como alumnos, he tenido el privilegio de aportar algo a varias generaciones como el Ing. Javier Jiménez Espriú por mencionar solo a uno de cientos.
El CIRES hacia el futuro
Comunicación: ¿Cómo ve al CIRES ahora en comparación a cuando empezó?
HR: Le he de confesar que, aunque no he estado muy directamente relacionado con el desarrollo del Centro, lo veo como una consecuencia y como un resultado tangible, útil y real de lo que se trabajó hace 50 años y más aún en la parte sentimental.
Comunicación: ¿Es como un legado de su parte, y de gente que esta desde hace mucho tiempo en estos afanes?
HR: Pues sí, yo me siento una especie de abuelo o tío abuelo del CIRES, A.C. porque a pesar de que aquí se han hecho desarrollos propios y de forma independiente a lo que yo he hecho, pues sí veo que el núcleo fundamental del personal y de su conocimiento, surgieron de algunas cosas que desarrollamos desde hace muchísimos años.
El CIRES camina solo, es una satisfacción grande la que siento por el Centro, los que estuvieron conmigo en aquellas épocas hemos formado casi una familia, me siento muy satisfecho, el esfuerzo que hicimos e hice, ha fructificado, el ver que alumnos a los que quiero mucho, han progresado tanto y han hecho mucho por México. Con el Ing. Espinosa por ejemplo, hice una amistad muy especial, hubo mucha comunicación con su familia y me considero parte de ella, somos la familia ampliada digamos.

Comunicación: ¿Pero ha despertado muchas envidas este sobrino nieto de 35 años no cree?
HR: Si claro, pero es hasta cierto punto normal, el antecedente de todo lo que esta pasando con las empresas de alertamiento sísmico que han surgido, es la demanda aquella que le acabo de relatar, de ingrata memoria vamos a llamarla así, porque además iba acompañada de un reclamo multimillonario, de una cantidad ridícula y monstruosa de dinero, creo cercana a los diez mil millones de pesos o algo así; el interés de sacarle jugo económico y financiero a esto es grande y ahora se ve con estas empresas nuevas. Por circunstancias de los avances tecnológicos, que ni las empresas de aplicaciones de alertamiento ni el CIRES buscaron, se han derivado enfrentamientos comerciales por parte de éstas.
Por ejemplo, la principal empresa de alertameinto sísmico basada en una aplicación para celulares que existe actualmente, surgió de una idea noble, la aplicación original de estos servicios era a través un aparato de avisos generales y de mensajes personalizados, publicidad etc., ese sistema era ideal para alertar sismos, pero eso despareció como tecnología válida en el momento en que las Apps y los SmartPhones empezaron a sustituirlo todo, y todo es todo.
Cuando eso pasó se generó el hecho de que aquel servicio, el de los radio localizadores, ya no se consideró vigente, esa aplicación ya no era válida para las empresas o para el público en general según sus propios creadores, el problema es que con la actual aplicación o las actuales aplicaciones de alertamiento sísmico por internet, hay que establecer una comunicación de uno por uno, entonces cuando son muchísimos usuarios queriendo comunicarse, hacen “fila” y se generan retrasos lógicos en el alertamiento; es lo que ocurre ciertamente cuando tiembla, que todo el mundo quiere comunicarse y no se puede.
Por ello es una tecnología que se considera inadecuada para alertar, es decir, no es que se quiera negar la posibilidad de que todo el mundo tenga la oportunidad de alertar, el interés del CIRES, A.C. al final de cuentas es alertar a la gente, y ese conocimiento que logró fructificar, se debe poner al alcance de todo el mundo para salvar vidas. Pero si estas aplicaciones tienen esta limitación, pues no es oportuno y pierde utilidad. No es instantáneo y aquí se requiere oportunidad.
Estas empresas sostienen que tienen estaciones a lo largo y ancho del país y sí, en realidad es posible tener muchas estaciones, pero desde el punto de vista técnico yo veo otro problema adicional: no discriminan el hecho de que valga la pena alertar o no un sismo, y de repente envían alertas falsas entre otras cosas.
En el CIRES en cambio, la forma en que esta organizado el sistema otorga mucha seguridad porque no se alerta a menos de que se confirme su importancia y la posibilidad de que el temblor pueda producir efectos negativos en los lugares a alertar.
Comunicación: ¿Cómo ve la sociedad al CIRES, A.C.?
HR: Su percepción ha ido cambiando, el CIRES, A.C. tiene una influencia de tipo social, educar a la gente, lograr que la gente lo vea como un recurso que se le esta proporcionando para poder defenderse de algo que no se puede predecir ni evitar como son los sismos, por cierto fue tema de discusión amplia antes de lanzar un sistema de alertamiento sísmico al público al final de la década de los 80´s principios de los 90´s.

La sociedad, al ver que de verdad sirve lo ha tomado en serio, el hecho que se haya logrado que en las escuelas se hagan simulacros es un buen avance y el CIRES, A.C. y el SASMEX tuvieron que ver en eso, directa o indirectamente. El sonido de la alerta, pudiera causar pánico pero en realidad es el temor al sismo en sí, a lo que puede ocurrir y la sociedad cada vez más esta comprendiendo esto.
Comunicación: ¿Y usted cómo se ve a sí mismo?
HR: Después de salir de la escuela, de recibirme, lo que menos me imaginaba era realizar las cosas que leo en mi currículum y eso es parte de lo que se enfrenta uno al salir de la escuela; en primer lugar yo jamás me imaginé que cumpliría 60 años dando clase, en segundo lugar tampoco me imaginé que lo que hacía por gusto y afición se convertiría en mi vida y mi sustento.
Además tuve el privilegio de combinar conocimientos que adquirí fuera de la escuela en electrónica e instrumentación con lo que aprendí en la carrera que por su puesto me ha servido muchísimo haberla estudiado; yo estudié en la calle de Tacuba en el Palacio de Minería, era la Escuela de Ingenieros, no era facultad en ese tiempo; el programa que se tenía para el estudio de ingeniería era común para todas las especialidades en sus dos primeros años, civil, mecánicos, topógrafos, petroleros, mineros, etc., llevé materias como cálculo y geometría descriptiva y esto me sirvió mucho porque convivía con ingenieros civiles lo cual era muy benéfico para mí. El mejor maestro que he tenido como ingeniero mecánico era un ingeniero civil, Ignacio Avilés, quien también fue director de la Escuela de Ingeniería, eso me sirvió mucho para hablar el lenguaje de los civiles.
Comunicación: ¿Cómo ve al CIRES en 15 o 20 años?
HR: Hay muchos elementos favorables, hay generaciones jóvenes que se han integrado y traen todo el entusiasmo por defender a la camiseta, por otro lado, los integrantes actuales están a la vanguardia en tecnología y conocimientos. De seguir así el CIRES tiene para rato.
Me resulta difícil imaginar cuál va a ser el futuro, como en su momento, se me hacía difícil imaginar lo que iba a ocurrir 20 o 30 años hacia adelante. Y es que lo que ahora es común y cotidiano antes era considerado como magia, como el hecho de comunicarnos desde cualquier parte del mundo con voz e imagen, y déjeme decirle que eso no tiene mucho tiempo, no tiene más de 30 años de existencia esa tecnología.
El CIRES hizo magia en su momento y la sigue haciendo ahora. En aquel tiempo se decía por parte del ciudadano común que lo que hacíamos era magia, definiendo a la magia como lo que no se puede explicar por la ciencia o no se puede realizar por medio de la tecnología y ahora el CIRES, A.C. y sus desarrollos son una realidad que se proyecta al futuro.
Es muy gratificante oír a una persona con tanta claridad y experiencia, de alguna manera reevindica a casi todos los que de alguna manera participaron en esta interesantísima disciplina de la creación de la instrumentación sísmica, un abrazo a todos y cada uno.
Atte. ING. Leopoldo Abonce Serdán
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Gracias Ingeniero Abonce por su valiosa aportación en este blog.
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