El Gobierno de El Salvador levantó la alerta de tsunami emitida tras el sismo de magnitud 6,8 registrado el jueves 30 de mayo a las 03:06 hora local (09:06 GMT), que tuvo una profundidad focal de 48 kilómetros y su epicentro se situó frente a la costa del departamento de La Libertad, a 66 kilómetros al sur de la playa Mizata, según información del Ministerio del Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN) de El Salvador, sin que hasta el momento se reporten «daños graves generalizados».
La titular del MARN, Lina Pohl, señaló a periodistas que la alerta «ya había sido levantada» porque «no se registran variaciones en el nivel del mar». Llamó a la población a estar atentos en las próximas 24 horas por «probables incrementos en la velocidad de las corrientes marinas» y pidió que se atiendan las recomendaciones que emita la Dirección General de Protección Civil.
Por su parte, el viceministro de Educación, Francisco Castaneda, anunció la suspensión de clases por 24 horas en 970 escuelas públicas cercanas a la costa e instó a directores de colegios privados y decanos de universidades a evaluar la infraestructura de los edificios como una medida de seguridad.
En El Salvador, la mayoría de los temblores que se producen habitualmente tienen su origen en aguas del océano Pacífico y a mucha mayor profundidad, lo que en ocasiones los hace imperceptibles para la población. No obstante, los que se originan en tierra próximos a la superficie son más sentidos y dañinos, por lo que generan alarma entre los habitantes.
Los últimos movimientos telúricos que se registraron en El Salvador ocurrieron en año 2001, de magnitud 7,7 y 6,6. El primero tuvo lugar en el océano Pacífico frente a la costa oriental del país el 13 de enero y causó 944 muertos, mientras que el 13 se febrero del mismo año hubo otro con epicentro en el departamento de San Vicente (este) que ocasionó 315 muertos, dañó 82 edificios públicos y destruyó 41.302 viviendas.