En varias universidades del mundo, llamar Profesor a alguien, significa otorgarle el mayor reconocimiento, no solo académico, sino de algo que va mucho más allá; Profesor como sabemos, se refiere al que profesa algo como experto en un arte o ciencia; es el maestro de mayor rango, el sabio, el más respetado. Y eso fue precisamente el Profesor Bernardo Frontana de la Cruz durante muchos años y para muchas personas: Experto en artes y ciencias relacionadas con la ingeniería sí pero para con la vida misma también. Dejó una profunda huella en alumnos, amigos y colaboradores en todos los lugares por donde pasó en sus más de 60 años de carrera, su legado permanecerá en sitios como el Instituto de Ingeniería y la Facultad de Ingeniería de la UNAM y desde luego, el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico.
Su semblanza curricular incluye haber sido fundador y jefe de la División de Ciencias Básicas y coordinador de Matemáticas en la Facultad de Ingeniería de la UNAM (FIUNAM), ahí mismo fue el precursor de los cursos propedéuticos y de exámenes colegiados así como Secretario Administrativo.
Fue también coordinador de las Redes Académicas de Ciencias Básicas, de la Asociación Nacional de Facultades y Escuelas de Ingeniería (ANFEI), hizo investigación educativa, planeación estratégica y prospectiva, fungió además, como coordinador para la ‘Instrumentación de los acuerdos del Consejo Universitario’, en la Universidad Nacional Autónoma de México.
Su amor por la ingeniería y el trabajo, se dividió por muchos años entre la FIUNAM y el Instituto de Ingeniería de la universidad (IIUNAM), en este último fue el coordinador de Instrumentación Oceanográfica para la nucleoeléctrica de Laguna Verde; fue el responsable del diseño y supervisión de la instalación eléctrica del laboratorio de Vías Terrestres, así como de Ingeniería Eléctrica Control e Instrumentación, del laboratorio de Dinámica Estructural; fue coordinador de Instrumentación y de Ingeniería de Sistemas del IIUNAM en donde realizó diversas investigaciones sobre ingeniería del transporte, prospectiva e ingeniería de sistemas.
Investigador Titular C de la UNAM, dedicó gran parte de su vida a la docencia, en donde también dejó profunda huella. Quizá su trabajo como maestro se pudiera resumir en la siguiente opinión expresada por uno de sus tantos alumnos: ‘Maestro durísimo, pero de que aprendías, aprendías. Es el único maestro en la UNAM que fue a dar clases, al que quisiera ir, los domingos de 9:00 a 18:00 horas, para emparejarnos con los demás porque mi maestro titular había desertado’.

Todo ello lo combinó con otro de sus grandes amores y en donde quizá dejó su más grande marca y legado, el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES, A.C.), al cual perteneció, a decir de él mismo y en tono de broma, desde antes de que se constituyera. Desde el minuto ‘cero’ estaba junto a su director general, Ing. Juan Manuel Espinosa Aranda, ‘planeando qué hacer y cómo hacerle’. Asesor desde siempre y secretario del Consejo Directivo del CIRES, fue para todos sus integrantes eso mismo con lo que empezó el presente texto: El profesor Bernardo Frontana de la Cruz.
La presente entrevista se realizó pasada la etapa más aguda de la Pandemia por COVID-19 y ya cuando las vacunas contra el virus se habían aplicado ampliamente en el país, en ésta, el profesor Frontana relató una parte de su vasta vida y experiencia, hace solo unos pocos meses. Ahora presentamos de forma completa y textual lo que nos contó el profesor:
Ingeniero y matemático de toda la vida.
Comunicación y Contenidos (CyC): ¿Estimado maestro Frontana, gracias por aceptar esta entrevista, nos podría decir por favor, qué estudió, en dónde y por qué?
Profesor Bernardo Frontana: Si cómo no, gracias a ustedes por acercarse.
Yo estudié la carrera de Ingeniero Mecánico Electricista en la Facultad de Ingeniería de la UNAM, pero antes debo contarles que realicé mis estudios de bachillerato en la Escuela Nacional Preparatoria Plantel número 6 «Antonio Caso» de la UNAM, en el año de 1962 y 1963, en aquél tiempo, la ‘prepa’ era de dos años, a diferencia de ahora que es de tres años, como ustedes saben.
Entré a la Facultad de Ingeniería porque en aquellos años, había desde la preparatoria una especie de guía vocacional que se hacía a través de una serie de entrevistas psicológicas, era lo que se conocía como orientación vocacional, entonces, después de practicarme a algunos ‘tests’ me indicaron que mis aptitudes eran propicias para la carrera de ingeniería.
Como antecedente recuerdo que en la secundaria me buscaban mucho mis compañeros para que les ayudara con las tareas y los ejercicios de matemáticas y de física, lo mismo ocurrió en la preparatoria y siempre lo hice con gusto, mis compañeros me querían invitar un refresco o una torta en el recreo para compensarme la ayuda, pero yo lo hacía con mucho gusto y casi nunca acepté. Debo comentar que en esos tiempos había examen de admisión para entrar tanto a la preparatoria como a la facultad, hice por lo tanto dos exámenes.
No era exámenes sencillos, tenían su grado de dificultad, pero los aprobé con relativa facilidad.
Finalmente entré a la carrera en 1964 y me gustó bastante, era una carrera que en ese tiempo tenía varias especialidades como ingeniería mecánica, ingeniería eléctrica, ingeniería de control, algo de telecomunicaciones e ingeniería industrial también.
Vocación docente.
Comunicación y Contenidos (CyC): ¿Y cómo se inició en la docencia? Cuéntenos por favor.
Profesor Bernardo Frontana: Con todo gusto, para mi es uno de mis recuerdos más gratos.
Antes debo decir que mi carrera, la carrera que yo estudié, Ingeniería Mecánica Electricista, evolucionó con el tiempo, de ella se derivaron otras carreras al grado de que desapareció como tal, en ese tiempo por ahí de 1966, un profesor muy connotado me pidió que fuera su ayudante, lo que hoy son los adjuntos, y eso me entusiasmó mucho ya que me resultaba muy interesante el trabajo.
Como ayudante tenía la obligación y la responsabilidad de dar clases y dejar tareas con ejercicios matemáticos y de ingeniería a los alumnos, posteriormente el profesor me corregía y orientaba sobre la mejor forma de dar clase y realizar estas actividades, ahí di mis primeros pasos en la docencia.
En 1967 ingresé al Instituto de Ingeniería de la UNAM, entré al departamento de Instrumentación cuyo jefe era el ingeniero Humberto Rodríguez y Cayeros, nada más había dos ayudantes en esa área, ellos eran Raúl Maldonado y Jesús Dávila, yo entré como ‘becario’, pero en 1968 por el conflicto estudiantil se suspendió todo.

De ese año recuerdo cómo entró el ejército a la UNAM y en particular al Instituto de Ingeniería, entraron como hordas, abrieron cajones, se llevaron el equipo, fue un verdadero sufrimiento y un lamentable acontecimiento que nos pasó ahí.
Finalmente me pude recibir en el año de 1969, después del problema estudiantil y me convertí en el primer estudiante de la carrera de Ingeniería Mecánica Eléctrica que se tituló, eso fue en junio de ese año.
Entonces tenía yo dos actividades, como docente en la FIUNAM y en el Instituto de Ingeniería de la UNAM (IIUNAM). En este último fui como dije, primero becario, luego asistente de investigador, posteriormente investigador y después jefe del departamento de instrumentación.
En el IIUNAM, conocí al ingeniero Juan Manuel Espinosa quien había entrado, como lo había hecho yo años atrás, como becario.
Laguna Verde: Ahí fue donde realmente me hice ingeniero.
Comunicación y Contenidos (CyC): Tenemos entendido que trabajó en Laguna Verde, ¿qué hizo ahí?
Profesor Bernardo Frontana: Si ahí anduve.
En la primera mitad de la década de los 70´s, participé en el proyecto de la nucleoeléctrica de Laguna Verde, Veracruz, específicamente en el diseño de las escolleras de toma y descarga de la planta, estuve ahí, en Laguna Verde, poco más de dos años in situ, y fue ahí en donde realmente me hice ingeniero.
Tenía dos colegas a mi cargo, cuatro técnicos, dos administradores y 40 colaboradores lugareños. Gracias a esto también me pude hacer de un patrimonio con ayuda de mi esposa, ya que me fui con muy buenas condiciones salariales a Veracruz.
La Comisión Federal de Electricidad (CFE) le encargó directamente al IIUNAM todo el trabajo de instrumentación y diseño para las escolleras; y es que no había datos de nada, no existía información para construir nada y menos una nucleoeléctrica, fue entonces que nosotros nos dimos a la tarea de ir primero, a instrumentar y posteriormente a medir cuestiones como la velocidad de las olas, su dirección, altura, temperatura del mar así como otras variables.
Obviamente todavía no estaba construida la planta, eran estudios preliminares para su diseño.
Ahí hicimos la primera instrumentación oceanográfica nacional e internacional, fuimos los primeros en el mundo en hacer eso, como lo fuimos posteriormente en el CIRES, con el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX) para alertar ciudades.
Ahí en Laguna Verde estuve como dije, dos años y medio más o menos, para ese tiempo el Ing. Juan Manuel Espinosa ya se había posicionado muy bien en el IIUNAM, me di cuenta de eso cuando regresé presencialmente de Veracruz al instituto.
Los datos que obteníamos en Laguna Verde los grabábamos en cinta magnética y teníamos que llevarlos físicamente, presencialmente, al IIUNAM; las telecomunicaciones estaban en pañales, nada que ver con la época actual, como por ejemplo el desarrollo que hizo hace casi dos años Gerardo Ibarrola en el CIRES para la Red Acelerográfica de la Ciudad de México (RACM), por medio del cual obtienes y transmites los datos en segundos o fracciones de segundo del posible epicentro de un sismo, el tiempo estimado en el que tardará en llegar la onda P y la onda S y las aceleraciones que produjo el sismo en el suelo de la CDMX, eso es espectacular.

La información la llevábamos entonces al IIUNAM y el departamento de Hidráulica del instituto se encargaba de ‘aterrizarla’ para hacer sus modelos.
Concluyó ese proyecto en Laguna Verde y me fui a otro que me encargó un subdirector del IIUNAM, el proyecto consistía en revisar la instalación eléctrica del Laboratorio de Dinámica Estructural, conocido como ‘la mesa vibradora’; tenía yo que verificar que todo estuviera en regla para que el subdirector firmara al acta de entrega – recepción. Iba yo por una semana pero me quedé casi dos años.
Más trabajo en el IIUNAM.
Comunicación y Contenidos (CyC): Pero entonces, ¿combinaba sus actividades entre el IIUNAM y la Facultad de Ingeniería, o cómo era su vida?
Profesor Bernardo Frontana: Se puede decir que sí, como dije, después de Laguna Verde regresé presencialmente al IIUNAM, al laboratorio de Dinámica Estructural.
Llegamos a revisar la mesa vibradora, a probarla, a echarla a andar y a medir; esa herramienta tenía la capacidad de hacer pruebas de estructuras hasta de 10 toneladas de peso. Yo me encargaba de encender la mesa, de los registros de los instrumentos, para dárselos a los ingenieros civiles con el fin de que analizaran el comportamiento estructural.
Luego de ese tiempo que pasé con la ‘mesa vibradora’, regresé al departamento de Instrumentación, tuve la suerte de que el entonces director del IIUNAM, Dr. Daniel Reséndiz Núñez, me nombrara jefe del Departamento de Instrumentación, era un departamento más que nada de servicio, instrumentábamos los modelos de los ingenieros civiles, de mecánica de suelos, de estructuras, de hidráulica, edificios etc. Les dábamos a ellos los datos, las lecturas de los instrumentos para que pudieran hacer su trabajo de análisis e interpretación.

Cuando fui jefe de Instrumentación en el IIUNAM, le propuse al Dr. Daniel Reséndiz, cambiar la razón de ser de nuestra área y cambiar desde el nombre, para que pudiéramos hacer investigación en estructuras. Entonces se constituyó la primera Coordinación de Ingeniería Mecánica Eléctrica del Instituto. Ahora es ya una subdirección con cuatro coordinaciones, ha evolucionado mucho y para bien esa área y el instituto en sí.
A los pocos años renuncié al IIUNAM y me fui a un área social: Ingeniería de Sistemas, esta era un área social porque nuestros objetos de estudio eran los sistemas socio técnicos en los cuales el ser humano tiene un papel fundamental, por cierto, recuerdo que el Dr. Reséndiz quien era una persona muy sabia, conocedora y un tipazo, me dijo: ‘Pero qué va usted a hacer en esa área, no tiene ni la más remota idea a lo que es Ingeniería de Sistemas y menos a lo que se va a enfrentar’, pero yo le contesté que lo que quería era aprender.
Entonces hice una maestría en Investigación de Operaciones, y en efecto el Dr. Reséndiz tenía razón, porque como he comentado, la Ingeniería de Sistemas no son los sistemas duros, son los sistemas socio técnicos que requieren de conocimientos básicos de filosofía, economía, sociología, psicología, etc., y pues me tuve que empapar de esas materias, hasta los sábados iba yo a estudiar durante todo el día.
A raíz de eso comencé a hacer muy buenos proyectos como por ejemplo, uno de prospectiva de la transportación de pasajeros en el país u otro de análisis de riesgo bajo incertidumbre; en fin, varios.
Ahí también logré ser el coordinador de Ingeniería de Sistemas, me tocó coordinar a los investigadores del área, hacer la planeación estratégica anual, revisar informes y programas, etc., estuve tres años pero como siempre me pasaba, me quise dedicar a otras cosas, era y sigo siendo muy inquieto y esa ha sido una de mis características, no me conformo y siempre quiero aprender cosas nuevas, adquirir conocimientos nuevos.
Pedí mi año sabático y cuando regresé, me llamó el ingeniero José Manuel Covarrubias quien era el director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, me llamó para que lo ayudara en la Secretaría Administrativa, ahí permanecí más de tres años, lo que me impidió continuar en Instrumentación del IIUNAM.
Por aquellos años (los 90´s) me tocó pertenecer al grupo de asesores del Dr. José Sarukhán Kermez, rector de nuestra universidad. El ingeniero Covarrubias me invitó también, ahí en la facultad, a que lo ayudara en una división académica que era la División de Ciencias Básicas, ahí es donde ingresan los jóvenes de la preparatoria, que se encuentran en su adolescencia terminal y que todavía confunden ‘la hormona con lo neurona’ como se dice coloquialmente, pero por lo mismo ahí se puede construir el futuro virtuoso de los jóvenes.
Es una División muy bonita porque ahí es donde descubren los futuros ingenieros su verdadera vacación, es donde se hace matemática pura, es donde se enseña física, química y biología, y es que se dice, y se dice bien, que un ingeniero es aquel profesional que con las matemáticas y la física, transforman a la naturaleza en beneficio de la sociedad.
En 1997 se vino el problema de la huelga, en ese año salí hasta golpeado por un grupo de pandilleros; ya para 1999, el nuevo director de la facultad, Ing. Gerardo Ferrando Bravo, me ofreció la jefatura de la División de Ciencias Básicas, lo cual acepté y rompí con el IIUNAM definitivamente, para no quedar mal en un lado o en otro.
Recuerdo que a esa división entraban dos mil quinientos alumnos por ciclo escolar, era el 50% de la matrícula de toda la Facultad, el otro 50% se lo repartían las demás divisiones, entonces eso requería mucha organización, trabajo y planeación, pero logré los objetivos. Al mismo tiempo ayudaba yo al director del CIRES, Ing. Juan Manuel Espinosa, lo cual platicaré un poco más adelante.
En el CIRES, desde el día cero, incluso antes.
Comunicación y Contenidos (CyC): Háblenos del CIRES por favor.
Profesor Bernardo Frontana: Eso me gusta.
Al ingeniero Juan Manuel Espinosa lo conocía desde el IIUNAM, pero específicamente hablando del CIRES, recuerdo que, cuando estaba en Ingeniería de Sistemas, me encontré con él y me dijo que le habían asignado la dirección general del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, el CIRES, recuerdo que eso provocó muchas envidias y le causó algunas enemistades.
El CIRES por cierto, en aquel tiempo (primer semestre del año 1986) no era nada, eran planes, eran proyectos, eran sueños, pero nada más. Él y yo somos los más viejos del Centro, estuvimos ahí desde el primer día, incluso antes y puedo decir que yo fui uno de los que ‘echo a volar’ el Centro. Toda la planeación inicial se hizo en una pequeña mesa redonda, en un salón de clases de lo que había sido creo una escuela secundaria, y que en aquel tiempo pertenecía ya a la Fundación Javier Barros Sierra.

El CIRES se fue construyendo ahí en esa mesa gracias al Ing. Juan Manuel Espinosa, al Ing. Samuel Maldonado, a mí y a un colaborador que fue el primer integrante del Centro después de nosotros y que nos escuchaba desde un escritorio pequeño que estaba en una esquina de ese salón, me refiero a Gerardo Ibarrola quien recién había concluido con sus estudios de ingeniería. Debo decir que ese era nuestro pequeño ‘cuartel general’, aunque para ser justos y precisos, el Sanborns de Perisur fue también un lugar ‘importante’, eso se los contaré en otra ocasión.
Pues total que ahí sigo desde 1986; de la UNAM ya me jubilé tras 56 años de servicio, estoy contento y tranquilo, estamos en paz la vida, la UNAM y yo y con mucho trabajo por delante en el CIRES.
Las fortalezas del CIRES.
Comunicación y Contenidos (CyC): ¿Y cómo ve al CIRES en un futuro?
Profesor Bernardo Frontana: Sólido y creciendo.
Yo creo que el CIRES tiene capital humano completamente valioso, todos, todo el personal pero particularmente los coordinadores y esa es su principal fortaleza.
Mi visión prospectiva del Centro es que se va a seguir desarrollando, inclusive ya hemos dado los primeros pasos para diversificarnos, no nada más para la alerta sísmica, sino para alertar otros fenómenos físicos.
Hacia el futuro, yo veo un CIRES cumpliendo y contribuyendo siempre para el beneficio de la sociedad, porque esa es la función del CIRES, es una asociación civil sin fines de lucro ni especulación comercial, su misión es servir a la sociedad, como lo ha hecho desde 1986 y como lo está haciendo ahora magníficamente, con los registros sísmicos, los alertamientos sísmicos y la obtención de datos de edificios instrumentados.

Somos el primer sistema de alerta temprana para ciudades a nivel mundial, esa es una realidad; pero como dicen: Nadie es profeta en su tierra, nos reconocen a nivel mundial mejor que como nos reconocen en México. A mí me gustaría que le hicieran los honores en México porque el sistema y en general todo el trabajo del CIRES, ha servido para salvar vidas y repito esa es su función.
Entonces yo veo que este cumplimiento social, ese compromiso que tiene el Centro para con la sociedad, seguirá incrementándose, seguirá aumentando con alertar otros fenómenos físicos, como por ejemplo para advertir con toda anticipación, tormentas, huracanes, lluvias fuertes, y otros fenómenos meteorológicos.
Yo creo que lo va a ser y lo va a hacer bien, porque tiene el capital humano y físico, aunque nunca ha tenido dinero, y como es sabido de repente se quedaba sin dinero y el mismo director tenía que poner de su bolsa para la nómina (y eso era muy preocupante para mí), esperemos que esa situación no se vuelva a presentar.
Ahora felizmente el gobierno federal ha reconocido el trabajo del CIRES y parece que estamos desahogados, también el gobierno de la Ciudad de México (CDMX) lo ha reconocido aunque hay otras entidades federativas que parece que les cuesta mucho trabajo aportar. Sin embargo creo que estos problemas se van a resolver.
Comunicación y Contenidos (CyC): ¿Podría fungir el CIRES como un centro de especialización, cómo ve usted esto?
Profesor Bernardo Frontana: Yo he sido sinodal y director de tesis de tres de los coordinadores que están ahí, precisamente sobre instrumentación sísmica. Eso es parte de las funciones del CIRES, porque quiero insistir que su compromiso, al ser una asociación civil que no busca el lucro, es servir a la sociedad. En este caso formar profesionistas de excelencia en nuestro campo de conocimiento ha sido también una de sus actividades.
A lo largo de su historia muchos jóvenes ingenieros han ido a especializarse al Centro e inclusive, han hecho sus tesis de la actividad del CIRES. Como he dicho, su gente es su principal fortaleza y eso nos distingue de otras organizaciones, por ello estoy seguro, hay CIRES para rato.