Experto en materia de telecomunicaciones, caminó en paralelo con el CIRES durante muchos años e incluso contribuyó al establecimiento de las redes de comunicación del Sistema de Alerta Sísmica Mexicano en la costa de Guerrero. Sin saberlo, años después ingresaría al Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). Sus conocimientos y gran experiencia en la materia han contribuido a consolidar avanzados sistemas de comunicación en grandes obras de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y en todos los sistemas de comunicación utilizados por los desarrollos del CIRES. Además, es reconocido por su gran habilidad para explicar lo complejo, lo cual reafirma lo que alguien mencionó de él y que repite con frecuencia: el Centro es afortunado de contar con el apoyo y la asesoría de Fernando Casas Moyrón. Aquí su historia:
Comunicación y Contenidos: ¿Qué estudió, en dónde y por qué?
Ing. Fernando Casas: Te puedo dar un antecedente previo a lo profesional. Nací en Mazatlán, Sinaloa y siempre me atrajo la ingeniería civil. Pero ocurre que hace 50 años para estudiar una carrera profesional necesitabas tener recursos económicos para cambiar tu residencia porque no existían las universidades estatales en Sinaloa. Te estoy hablando de la década de los 60´s; las universidades en las cuales había oportunidad de estudiar una carrera profesional, estaban en la Ciudad de México, en Guadalajara, Jalisco o en Monterrey, Nuevo León.
Posteriormente apareció la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) pero había otra limitación, lo que uno pretendía estudiar no se impartía ahí en ese tiempo. Mi intención era estudiar ingeniería civil. Pasó el tiempo y cambié de opinión porque mi padre era electrónico y trabajó en el ámbito de telecomunicaciones. Llegó incluso a ser jefe de una estación de radio costera en Mazatlán, que en aquel entonces operaba con telegrafía, con clave Morse etc., su función era difundir las alertas a la navegación de ciclones, tormentas y otros fenómenos naturales en el Pacífico.
Había una coordinación plena entre las estaciones meteorológicas de México y de Estados Unidos como por ejemplo la KOK de San Francisco, California, todas por cierto, intercomunicadas con telegrafía. La KOK, nos avisaba por medio de los aviones Caza Huracanes, en dónde estaba exactamente el fenómeno, dependíamos de los aviones porque la observación satelital no estaba tan avanzada.
Déjeme decirle que esos aviones se lanzaban prácticamente al ojo del huracán para medir y tomar datos como las intensidades de los vientos y otros de gran utilidad. Ellos emitían la información a sus estaciones meteorológicas y a nosotros también. Esa actividad de mi padre, quizá me indujo a replicarla, sin embargo, yo insistía en la ingeniería civil porque me llamaba mucho la atención.
Puedo decir que lo que me hizo decidir finalmente mi carrera y cambiar de opinión, fue un simple curso por correspondencia de electricidad y electrónica que tomé, pues no había cursos de correspondencia de ingeniería civil. Recuerdo a un hermano que en paz descanse, de una familia de 12 ya solo quedamos cuatro, me preguntó si quería estudiar un curso por correspondencia y yo le dije que sí pero costaba muy caro, 75 pesos mensuales, de 1966 claro.
Tomé finalmente el curso de la National School y me empezó a llamar mucho la atención al grado que durante las clases, logré instalar un taller de radio y televisión con equipo de bulbos. Aprendí bastante y eso me permitió crear un fondo de ahorro para estudiar una carrera profesional porque nunca quise quitar el dedo del renglón en esto.
Nada más que para ese entonces, mi interés por estudiar una ingeniería civil cambió por el de ingeniería en electrónica y telecomunicaciones, estoy hablando de 1968 – 1969. En ese compás de espera, en ese inter que tuve entre la preparatoria y la universidad, transcurrieron como cinco años.
Las circunstancias de la vida te van abriendo caminos y además, uno es el arquitecto de su vida. Para llegar a la universidad, tuve que recorrer varios caminos. Un poco antes de entrar a la carrera, se me presentó la oportunidad de ir a estudiar a una escuela técnica en Guadalajara, Jalisco, con la intención de trabajar al mismo tiempo. Entré al Centro Regional Técnico Industrial (CERETI) con patrocinio tripartita del Gobierno Federal, de la entidad jalisciense y de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), era sorprendente ver qué calidad de maestros había y el equipamiento de sus laboratorios.
Tenían una excelente capacidad tecnológica, como cualquier universidad grande. Además, los estudios cursados en el CERETI los revalidaba la Universidad de Guadalajara y ante ello me entusiasmé más. Antes de esto debo mencionar que trabajé un año en el transbordador La Paz, que viajaba precisamente de Mazatlán a La Paz, Baja California Sur; ahí por cierto era territorio libre en donde existía la fayuca, parecía que estabas en Estados Unidos de América comprando cosas.
En esta época del transbordador, coadyuvé en el traslado de un menage de casa de un amigo que se vino a vivir de California, Estado Unidos a México, era un ingeniero muy capaz quien por medio de mi hermano, me pidió ayuda para el traslado y desembarco de sus muebles desde un barco de cabotaje, este tipo de embarcaciones movían mercancía en las costas de la Península de Baja California. Este ingeniero traía inclusive equipos de instrumentación.
Tengo que decir también que me encanta la música y que inclusive toqué en una estudiantina entre la secundaría y la preparatoria, era la Estudiantina Mazatlán que concursó acá en la Ciudad de México; esta estudiantina formaba parte de un programa de intercambio cultural entre Mazatlán y Santa Mónica, California. Ahí me adentré en la Asociación de Ciudades Hermanas (Sister City Association). Había un triángulo de amistad entre México con la representación de Mazatlán, Alemania con Hamm y Estados Unidos con Santa Mónica, California.
Gracias a ello, como tenía la preparatoria terminada, tuve la oportunidad de ir becado a estudiar inglés a Estados Unidos, al English Lenguage Service (ELS), allá los estadounidenses le decían la LSD por la droga muy en boga en ese tiempo. Por algunos conflictos internos en la asociación, me quedé ‘colgado de la brocha’ con la beca y regresé a México después de casi un año, a trabajar en el transbordador que comentaba.
Trabajando en el barco, como le decía, conocí a este ingeniero al que ayudé a mover su menaje de casa a México, este ingeniero me llamó y me dijo: ‘oye Fernando yo sé que tuviste un taller de radio y televisión y que tienes conocimientos de electrónica, yo trabajo en la UNAM y necesito alguien que le de mantenimiento a los teletipos de la red de datos de la universidad’. Yo había hecho planes de estudiar en el CERETI y luego ‘brincar’ a la Universidad Autónoma de Guadalajara, pero dije, ‘esto parece ser una buena oportunidad, voy a tener trabajo en la UNAM y creo que se me podría facilitar la entrada a la Facultad de Ingeniería’.
Así lo hice, vine a una entrevista al Instituto de Investigaciones de Matemáticas Aplicadas, Sistemas y Servicios, el IIMASS de la UNAM. En aquel entonces tenía dos letras ‘s’ porque era Sistemas y Servicios y luego se hizo IIMAS con una sola ‘s’ y se creó el Centro de Servicio de Cómputo, ahí existía la computadora más grande de Latinoamérica, la Burroughs B -6700, era el centro de cálculo electrónico más grande de Latinoamérica. Toda la información se metía en tarjeta perforadas, si alguien se tropezaba con las tarjetas ¡imagínate!
Ahí me encargué de la red de teletipos, en ese entonces la red manejaba una ‘súper velocidad’ de 110 bits por segundo. Mi jefe era el ingeniero Jorge Gil Mendieta. Fue una gran aventura todo eso. Entonces, cuando se dio la oportunidad, hice mi examen para entrar a la Facultad de Ingeniería y me aceptaron. Transcurrieron como cinco años desde que terminé la preparatoria y el plan de estudios había cambiado; tuve que actualizar mi certificado de preparatoria para adecuarlo al nuevo plan.
El ingeniero Jorge Gil Mendieta era el jefe del Departamento Electrónico, después se creó el Departamento de Diseño en Sistemas Digitales y le pedí trabajar medio tiempo para poder estudiar mi carrera. Y en una actitud que hasta la fecha sigo agradeciendo y aplaudiendo, el Ing. Gil Mendieta, me dio todas la facilidades y me dijo: ‘a mi me es más útil un ingeniero, dedícate a tus estudios, te vamos a dejar el mismo salario como si estuvieras trabajando tiempo completo’.
Fue mi comienzo ahora sí completamente en estas cuestiones de ingeniería electrónica en la facultad. La conexión con el ingeniero Juan Manuel Espinosa fue muy interesante. Como ya dije, yo le daba mantenimiento a los teletipos y la red se había extendido a diferentes instituciones de la propia UNAM y entre ellas estaba el Instituto de Ingeniería (IIUNAM) donde trabajaba el Ing. Espinosa y en donde hizo una gran y amplia carrera.
En ese tiempo él ya tenía un proyecto que le llamó: Sistema Sismotelemétrico de México (SISMEX). Resulta que a medida que yo avanzaba en la carrera, fui desarrollando herramientas en el ámbito del diseño electrónico, aplicándolas en el laboratorio del Departamento de Sistemas Digitales que como dije estaba dirigido por el Ing. Jorge Gil Mendieta. Y así empezó mi carrera en el manejo de los conceptos, teóricos y prácticos, aplicados en el diseño de la electrónica que se desarrollaba en el Departamento de Sistemas Digitales.
Ahí se hacían diferentes equipos con propósitos distintos, a mí me asignaron diseñar las fuentes de suministro de energía eléctrica de todos esos equipos y me empecé a especializar en sistemas de fuentes de poder para equipos electrónicos. La tecnología cambió en aquellos tiempos, de la análoga a digital, por ejemplo, llegó la tecnología de ‘fuentes conmutadas’ que minimizó el tamaño de los componentes. Antes era todo muy grande, bobinas enormes, botes enormes, y luego se fue haciendo todo más pequeño.
Participé además en otros proyectos como en el análisis de ‘inversión atmosférica’ para el estudio de la contaminación en el Valle de México, trabajé inclusive en un proyecto que se llamó: Red Sísmica Mexicana de Apertura Continental (RESMAC) que surgió como un acuerdo entre países de América Latina; a México llegó un doctor chileno de nombre Cinna Lomnitz Aronsfrau, quien lideró ese proyecto.
Debo decir con toda franqueza que RESMAC era algo diferente al SISMEX, el propósito de la RESMAC era caracterizar la actividad sísmica en varios países, se instalaron estaciones de campo pero para medir los parámetros de un sismo. Tenía un presupuesto de 20 millones de pesos de aquel entonces, un apoyo computacional muy bueno de computadoras como las PDP8, PDP3 y la PDP11 con más capacidad. Pero eso era lo único que registraba la RESMAC, solo se dedicaba a caracterizar la actividad sísmica del país, no se dedicaba a alertar, solo media y caracterizaba.
Yo participé en el desarrollo de los sistemas de suministro de energía para esas estaciones, antes eran fuentes de baja eficiencia y gran parte de la energía que se suministraba de disipaba en calor y ya con la tecnología digital conmutada a la que me referí, hubo una gran mejora en la eficiencia.
Conocí al doctor Lomnitz por supuesto, coincidimos en el periodo en el que trabajé en el IIMAS de la UNAM, el cual fue de 1972 a 1980, un hombre muy capaz, llegaron otros chilenos también como Alejandro Guarda.
Debo decir que mi formación se la debo en parte también al Dr. José Francisco Albarrán quien fue presidente del Colegio de Ingenieros y miembro del Centro de Educación Continua de Ingeniería de la UNAM con sede en el Palacio de Minería. El ingeniero Albarrán reforzó mi conocimiento y me hizo ser más eficiente en el diseño. Con él tomé un curso de diseño de fuentes conmutadas, que en pocas palabras ‘filtran’ la energía para restarle picos y ruido a ésta; ahora ya se utilizan inversores y otras tecnologías.
Comunicación y Contenidos: ¿Cómo llegó al CIRES?
Ing. Fernando Casas: Esa es otra historia. Debo empezar diciendo que un amigo común que acaba de fallecer, el ingeniero Arturo Haro Ruíz y yo éramos compañeros de trabajo en el IMAS en el Departamento de Diseño de Sistemas Digitales, Arturo antes de eso ya había trabajado en el IIUNAM con el ingeniero Juan Manuel Espinosa.
Cuando estuve con el ingeniero Albarrán que acabo de mencionar, tomé un curso también de diseño práctico de transformadores, el cual me sirvió como no tienes una idea ya que gracias a ello, me puse a fabricar transformadores pues mi sueldo de la UNAM ya no me alcanzaba porque estaba medio congelado (el sueldo) y además por ese tiempo me casé y tuve que redoblar esfuerzos. Comencé a trabajar entonces en la fabricación de inductores.
En una ocasión el ingeniero Arturo Haro Ruíz me pidió que le fabricara 30 transformadores de ‘línea’ para el IIUNAM con el fin de acoplarlos al modem de las estaciones que estaban diseñando para el SISMEX sus creadores y así poder conectarse a través de líneas telefónicas. Esa fue la primera interacción que tuve con el IIUNAM y en específico con el equipo del Ing. Juan Manuel Espinosa, así lo conocí pero en aquel tiempo no tuvimos una amistad cercana.
Con el paso de los años, estando en el IIMAS un amigo que se llama Javier Sotelo, me buscó para consultarme algo relacionado con telecomunicaciones, me daba el crédito de ser un experto en esa área, cosa que… ahí la dejamos. Me dijo: ‘estoy trabajando en la obra de El Caracol, Guerrero que opera la CFE en el Rio Balsas.
Javier Sotelo preguntó sobre información de telecomunicaciones, porque como siempre he dicho irónicamente, los egresados de la Facultad de Ingeniería somos ‘sábelo todo buenos para nada’, estudiamos mecánica, electrónica, telecomunicaciones, turbinas, conversión de energía electromecánica etc. En los últimos semestres te dan a elegir a dónde te vas a ir y en qué te vas a especializar.
A mi amigo Javier Sotelo le dieron trabajo en el área electromecánica como ingeniero electricista, yo me mantuve en al área electrónica y de telecomunicaciones, en un momento dado le pidieron que se hiciera cargo del área de telecomunicaciones de El Caracol y me dijo: ‘tengo a mi cargo a puros ingenieros eléctricos, especialistas en potencia, yo sé que tu estudiaste telecomunicaciones , te ofrezco el puesto de residente de tu especialidad’.
Antes de ello una empresa de Headhunters me contactó con una compañía de telecomunicaciones brasileña, que absorbió Alcatel Indetel, de nombre Telettra, ahí me ofrecían 20 mil pesos de sueldo como ingeniero de campo y luego como ingeniero de proyectos, pero me tenía que ir a vivir a Brasil; me dieron oportunidad de platicarlo con la familia.
En eso estaba cuando salió esta opción del El Caracol. Fui a la entrevista con el superintendente, el ingeniero Tamez y me impresionó mucho la obra, desde el camino. Para llegar ahí tienes que dirigirte a Iguala, después tomar hacia Tierra Caliente a Teloloapan, luego a Apaxtla de Castrejón, en terracería pura, y luego a Tepoxtepec a 1200 metros sobre el nivel del mar y de ahí, comienzas a bajar como 700 metros. Desde arriba se veía impresionante la obra.
Para esto yo ya le había preguntado a mi amigo cuánto estaba ganado y me dijo que como 15 mil pesos pero como residente había la opción de ganar 18 mil pesos; en ese entonces yo ganaba 4 mil pesos en el IMAS. Para comparar los sueldos, debo decir que en ese tiempo me pude comprar un auto compacto Volkswagen sedán que costaba 27 mil pesos, nuevo, eran casi siete mensualidades de mi salario y eso me hizo migrar a la CFE.
En la CFE conocí a grandes personalidades que resultaron ser amigos comunes del ingeniero Juan Manuel Espinosa, como el ingeniero Raúl Cuéllar Borja o el ingeniero Salvador del Pozo Mastachi, ambos reconocidos internacionalmente, este último fue primo del papá de nuestro compañero, Gerardo Ibarrola.
Llegué a El Caracol y me pusieron retos importantes, me entrevisté directamente con el superintendente, me preguntaron que cómo pensaba mejorar las telecomunicaciones; me dijeron: ‘hay un campamento y tenemos que estar permanentemente comunicados, tenemos que estar hablando por radio a cada momento pero los radios se descomponen muy seguido’. Una de las problemáticas que detecté fue que el personal de mantenimiento no reparaba los radios ahí, los traían a la Ciudad de México, tardaban algún tiempo en arreglarlos y se quedaban incomunicados en la obra.
Entré finalmente, pero como segundo a bordo en la residencia, porque mi amigo era quien tenía el ofrecimiento como residente y yo le decía: ‘ya ves, te vine a subir el sueldo’. Creo que si a mí de daban 18 mil pesos mensuales, a él le daban más.
Empezamos a trabajar, primero en eficientar el servicio de comunicaciones de VHF para las unidades móviles, para personal de campo. De las primeras cuestiones que noté, fue que no utilizaban unos aparatos (test sets) para checar todas las etapas del equipo de radio comunicación, los tenían guardados, empezamos a estudiar los manuales de operación, de servicio y terminamos reparando los equipos, ahí mismo en el campo.
Entonces en lugar de gastar en el viaje y en los viáticos a la Ciudad de México y que quedaran desprotegidos e incomunicados sin radios o sin equipos repetidores hasta más de una semana, se reparaban el mismo día, se reparaban en el mismo lugar. Además subíamos a donde estaba el repetidor y así teníamos un mejor desempeño y disponibilidad de la red de telecomunicaciones y eso me favoreció mucho. Me reconocieron el trabajo por ese contraste en el desempeño del sistema de comunicaciones.
Posteriormente me echaron el ‘torito’ del servicio de telefonía de El Caracol. En aquel entonces existía una tecnología que se llamaba ‘línea abierta’ consistente en cables sostenidos por postes a través de los cuales se enviaba una frecuencia para servicios telefónicos, pero el problema era que estas líneas pasaban por pueblos en donde aventaban zapatos a los cables, se robaban el cable o hacían leña de los postes y por todo eso no había continuidad en el servicio.
Lo que propusimos entonces fue un enlace por microondas de la central de Iguala, Guerrero hasta El Caracol. En aquel entonces se usaba la frecuencia de 1.5 giga Hertz para esos enlaces, actualmente esa frecuencia es la que se usa para telefonía digital celular y se quitaron de ahí, los enlaces de telefonía de larga distancia.
Pero en ese tiempo, por esa frecuencia, mandábamos 30 canales con un equipo que compramos de la marca Motorola, con un multiplexor que permitía que esos 30 canales se interconectaran a la red de distribución. También se hizo a través de un conmutador telefónico para asignar los servicios de telefonía inclusive hasta los campamentos. Todo eso llegó a revolucionar mucho las telecomunicaciones ahí, yo aprendí mucho, la CFE fue una escuela para mí.
En 1983 la empresa Motorola me recomendó para ir a la región norte de la CFE, al área de operación, ya no de construcción, ahí estuve hasta 1987. Eran los tiempos de las devaluaciones del Peso, era cuando el ex presidente José López Portillo prometió hacernos millonarios a todos y lo cumplió. Yo ganaba 300 mil pesos mensuales pero hice las mismas cuentas que cuando decidí cambiarme de la UNAM a la CFE, en las que con siete mensualidades me podía comprar un Volkswagen sedán nuevo, recordemos que en la UNAM ganaba cuatro mil pesos mensuales. Pero en esos años (a principios de los 80´s) hice las cuentas nuevamente y multipliqué por siete los 300 mil pesos y me daba 2 millones 100 mil pesos y el Volkswagen costaba seis millones y medio de pesos. Es decir, subí nominalmente de salario pero perdí poder adquisitivo.
Estuve también el Mazatlán dando mantenimiento a la flota pesquera y con mi negocio de telecomunicaciones en el que sinceramente mue fue muy bien, ya que al haber tenido interacción con gente de la CFE, logré un buen contrato en la hidroeléctrica de Zimapán, entre Hidalgo y Querétaro, en donde instalé todo el sistema de telecomunicaciones; instalé por ejemplo un sistema de célula digital de ‘punto – multipunto’, que me suministró la empresa Telettra. Otro de los servicios que vendí, fue una parte del equipamiento de la red troncal de telecomunicaciones de la zona sur de Sinaloa, cuando estaba como secretario de gobierno, el licenciado Juan Burgos Pinto, durante el mandato de Francisco Labastida Ochoa.
Pero debido a otra crisis más, (que también ya se le olvidó a los compatriotas) la de 1993, cuando se vino la miscelánea fiscal del ex presidente Carlos Salinas de Gortari y de Dionisio Alfredo Meade (padre de José Antonio Meade), tronamos muchas empresas; yo tenía un negocio boyante, vendía bastante usando Factoraje, pero por ese motivo tuve cerrar.
Se vino la crisis y tuve que venir a buscar empleo a La Parota en Guerrero. En esas estaba cuando en el aeropuerto me encontré al Lic. Juan Burgos Pinto y me preguntó: ¿Hola paisano a dónde vas? Y yo le respondí que a la Ciudad de México a buscar empleo porque la crisis se había puesto muy difícil y le comenté que parecía que había trabajo en La Parota; me dio una tarjeta y me dijo que si tenía problemas de empleo lo buscara, en ese tiempo él era secretario estatal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) en el Estado de México, cuando el gobernador era Emilio Chuayffet.
Como decía, fui a La Parota en Guerrero, pero no pude conseguir empleo, entonces acudí con el Lic. Burgos Pinto; me ayudó a conseguir trabajo con el director de Protección Civil del Estado de México, quien me ofreció el cargo de subdirector del Colegio de Policía de aquella entidad federativa, manejando los programas de capacitación.
Ahí trabajé tres años. Posterior a eso regresé a la empresa privada y entonces fue cuando me salió la oportunidad de ir a trabajar al Gobierno del Estado de Guerrero, a la Dirección Regional de Telecomunicaciones.
Me encargaba de las regiones: Costa Grande, Costa Chica y Acapulco, en el ámbito de las telecomunicaciones de la red de seguridad pública asociada a los C5. Estuve como administrador del C5 de Acapulco y como decía, como director regional de la red dependiente del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Y fue así y en ese entonces cuando llegó el ingeniero Juan Manuel Espinosa Aranda, a solicitar lo que ahora solicitamos habitualmente, facilidades para instalar nuestros equipos en los estados. Pidió una reunión y se identificó como el director del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico, lo cual me llamó mucho la atención porque como mencioné, yo estuve relacionado con todo aquello.
Comenzamos a platicar y me dijo que él había estado en el IIUNAM y le dije que yo había estado en el IIMAS y en fin, al despedirnos me dijo que si en algún momento dado requería cambiarme de trabajo y moverme a la CDMX, lo buscara. No tardé mucho para ello.
En aquel entonces, obviamente le di todas las facilidades al Ing. Espinosa y al CIRES, para instalar los transmisores de la alerta sísmica, desde la Costa Grande hasta la Costa Chica, en todos los sitios, hacia el norte y hacia el sur.
Se dio el cambio de administración en el gobierno guerrerense, llegó Ángel Aguirre Rivero como gobernador y su hijo tomó el control de todas las telecomunicaciones del estado y un día de esos sin previo aviso llegaron con un mayor retirado del ejército, a ocupar mi lugar. Me mandaron a ‘banquear’ a Chilpancingo y estuve así hasta noviembre de 2011 cuando dejaron de pagar mi salario.
Posterior a eso, me fui a buscar al Ing. Juan Manuel Espinosa, a quien siempre le estaré agradecido, y me pidió hablar con el contador Óscar Huerta quien sugirió pagarme inicialmente con recibos de honorario o facturas y posteriormente contratarme definitivamente, a partir del primero de enero de 2012.
Comunicación y Contenidos: ¿Qué fue lo primero que hizo cuando llegó al CIRES?
Fernando Casas: El ingeniero Juan Manuel Espinosa, en una tarde que me llevó a mi casa y que yo digo en broma que me iba a secuestrar, me preguntó sin rodeos que si quería entrar contratado al CIRES y yo le respondí que obviamente sí. Y fue a partir de ahí que me ofreció asesorar a la dirección general del Centro en todo lo relacionado con las telecomunicaciones.
He tenido la oportunidad de asesorar y capacitar en el ámbito de las telecomunicaciones, a todas las coordinaciones del CIRES y en particular al personal técnico de la Gerencia de Operación y Conservación de la Red del Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), que encabeza el ingeniero Roberto Islas; fue capacitación tanto técnica como de procedimientos. Valorar e interpretar transductores, mejora en los monitores, generadores etc.
Comunicación y Contenidos: ¿Cómo se comunica una estación por ejemplo de Acapulco a la CDMX?
Ing. Fernando Casas: Cuando una estación de campo registra un sismo, contamos con dos esquemas básicos de telecomunicaciones: la elemental que es de punto a punto y la otra es de punto a multipunto, que se da cuando la información emitida la reciben muchos receptores. Aquí en el caso de la red del SASMEX tenemos tres sub redes que son: monitoreo, transporte y difusión. En la red de monitoreo, la estación de campo detecta un sismo y para alertarlo lo tiene que confirmar una segunda estación, esa estación envía la señal a las centrales a través de puntos de relevos o puntos de repetición, llegan a una EASA en donde se vuelve a medir y entonces se determina disparar la alerta o no.
Las centrales tienen ‘conocimiento’ propio que discrimina si el sismo debe de ser alertado en determinada ciudad o no. Por ejemplo si tiembla de cierta magnitud en la costa de Oaxaca, la capital del estado puede ser alertada, porque se considera que el sismo pudiera causar algún daño allá, pero no así en la CDMX en donde no se dispararía la alerta símica.
Es un esquema hibrido, con enlaces de punto a punto en donde converge toda la información y se hace un entramado de telecomunicaciones, es decir, se alinean y se envían a las centrales con una latencia mínima.
En resumen, la comunicación de una estación de campo que llega a la CDMX se da de la siguiente manera: la señal con toda la información se manda a un nodo repetidor que la envía a la primer central que se encuentre al alcance, esta comparte la información con las demás centrales incluyendo la de la CDMX y es ahí en donde se valora en función de la magnitud, tiempo y distancia, si se debe alertar o no.
Este desarrollo se hizo con el fin de que si un sismo se produce en Acapulco y es de cierta magnitud que afecte a Chilpancingo, se alerte en esas dos ciudades, pero si no va a impactar a la CDMX, ahí no se va a alertar.
Comunicación y Contenidos: ¿Y eso es vía ondas de radio o transmisión satelital?
Ing. Fernando Casas: En primera instancia es red convencional VHF, en 145.125 Mhz, esta frecuencia se va relevando para que no se realimente. Pero hay que mencionar que se utilizan además, otros medios de comunicación para enviar la señal, existen otras formas en las que llega la información adicionales a la red primaria que describí hace unos momentos. Se emite por ejemplo, a través de servicios contratados como si fueran líneas privadas, a través de la Red Digital Integral (RDI) de Telmex, con protocolos y servidores distintos.
Pero además, buscamos redundancia en la información que envía por ejemplo Acapulco, en donde la misma información que se envía por VHF y por redes dedicadas, se envía también por enlace satelital. El mismo esquema que tenemos de punto a multipunto, el mallado, se tiene también a través de Satélite que es el encargado de distribuir la señal. Entonces, si nos falla el enlace digital, tenemos la opción de utilizar el enlace satelital. Todo esto se conoce como sistemas redundantes. Estamos buscando además, utilizar la fibra óptica de la CFE. A final de cuentas todos son medios de comunicación.
Comunicación y Contenidos: ¿Cómo ve al CIRES ahora a diferencia de cuando usted entró y cómo lo ve hacia el futuro?
Ing. Fernando Casas: Hay mucho mérito en esto. Recuerdo que casi el primer día que entré al CIRES, me encontraba muy cómodo trabajando en mi computadora y una compañera que se llama Arminda me dijo: ‘ingeniero Casas hay que desalojar el inmueble porque va a temblar’, y yo le contesté con escepticismo. Total que salimos a la calle y comenzó a temblar, los postes se comenzaron a mover con fuerza y yo dije: ‘A caray, sí tembló y sí se alertó, el sistema y los algoritmos funcionaron’.
Con esto quiero decir que cuando llegué, me encontré ya con una tecnología bastante desarrollada e implantada, me gustó y admiró mucho que esta tecnología tenía y tiene una alta integración nacional, por no decir 100% nacional, porque algunos componentes por fuerza se tienen que importar; pero todo el esquema, todos los desarrollos electrónicos, computacionales, de programación etc., sí son 100% del CIRES, 100% nacionales. Todo ello representa y significa una calidad muy buena de desarrollo.
Cuando llegué había 60 estaciones de campo aproximadamente, no recuerdo la cantidad precisa. El trabajo que llegué a desarrollar fue en el ámbito de las telecomunicaciones; llegué a trabajar con el ingeniero Roberto Islas por un lado, dando capacitación al personal, y por otro el otro, asesoré a la dirección general, en el manejo de proyectos de telecomunicaciones. Por ejemplo con una aplicación que tenía el ingeniero perito Arturo Vázquez, pudimos capacitar al personal del CIRES para que comenzaran a hacer los predictivos de cobertura de manera digital y no como se hacían antes, ‘a pie’ con cartografías del INEGI.
Ahora existen muchos recursos para ver el terreno, para determinar qué tan accidentado está para trazar la trayectoria de un punto A, a un punto B. En los predictivos de cobertura se hace este perfil pero también se hacen múltiples ‘barridos’ y eso genera algo que se llama: ‘Huella de Cobertura’.
Ahora nosotros generamos nuestros propios predictivos de cobertura en el CIRES. Todo ello sirvió para que el actual Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) nos otorgara siete frecuencias para difusión de alerta tempranas, la alerta sísmica en primera instancia; fue algo que se trabajó desde que se llamaba Cofetel o Comisión Federal de Telecomunicaciones.
Esto fue porque les explicamos lo que es el sistema de comunicación de la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA). Ese proyecto nos beneficia mucho, porque contempla documentos de impacto regulatorio en donde se habla muy claramente que clasificar las frecuencias para ‘espectro protegido’, además no afectará la red actual del SASMEX y al contrario, beneficiará su ampliación futura en donde se contemplan transmisores SASPER.
Al CIRES en el futuro, digamos a otros 35 años, lo veo con amplias expectativas de desarrollo y ampliación. Yo espero que si las cosas no se burocratizan demasiado, existirán las condiciones para su crecimiento y para garantizar su futuro. Como por ejemplo, esto de que el IFT y el Cenapred reconocen al SASMEX del CIRES, como uno de los siete u ocho centros emisores de alertamientos tempranos, con el propósito de salvar vidas, es algo que da una sólida base. Entonces el SASMEX está reconocido como uno de ellos. Yo veo una gran expectativa de crecimiento, como el Proyecto Mendocino, el cual contemplaba ampliar la difusión de la alerta que no se ha dado por cuestiones políticas y burocráticas.
Sin duda el CIRES crecerá y creo que siempre en el ramo de la variable del peligro sísmico, del monitoreo y de la caracterización de los suelos para fines de diseño de construcciones, caracterización de la respuesta dinámica de los suelos para poder estimar cómo construir por ejemplo, un edificio con cierta altura, en un lugar con tal respuesta dinámica etc.
Yo lo veo con buenas perspectivas de crecimiento pero no nada más en la CDMX, hay que voltear a ver a Puebla, a Jalisco. Ahí tuvimos ya una experiencia positiva cuando nos convocó el diputado Germán Ralis Cumplido de la LXIII legislatura, al que le había tocado un sismo en la CDMX debido al cual comprobó la utilidad del SASMEX. Lo vimos y le hicimos una presentación del SASMEX y nos pidió un proyecto integral para Jalisco y también para los estados vecinos.
Sin embargo, ese proyecto se quedó en el camino porque no tuvo eco con los gobiernos locales, nunca dieron seguimiento a un exhorto que hizo el diputado, pero pienso que hay que retomarlo en un futuro cercano, el Cenapred y la Coordinación no han quitado el dedo del renglón. Otro es retomar el multialertamiento con la tecnología que tenemos, alertar otros fenómenos naturales.
Esta también lo del CellBroadcast, existen acuerdos internacionales que dicen que las alertas tempranas deben de ser emitidas por todos los medios tecnológicos disponibles, ahí entra esta tecnología. Insistimos en distinguir que el CellBroadcast no es una App que utiliza Internet, no es una App que puedas bajar de tu tienda de aplicaciones y que utiliza WiFi, con una conexión a un servidor con clientelas saturadas. Esa tecnología no funciona para alertar, porque utiliza el ‘encolamiento’ de todos los usuarios y tiene retrasos evidentes.
El CellBroadcats en cambio utiliza redes celulares alternas, tampoco es el backpoint de comunicaciones de voz, ya que aunque estuviera saturada la red de voz, no afecta a esta tecnología.
Lo único que hay que ver ahí es cómo configurar, la ‘poligonal’ de las células que se van a activar para emitir la alerta sísmica, hay algunas propuestas que queremos hacer en la primera oportunidad que tengamos. Estamos por ser convocados porque el Protocolo de Alerta Común (CAP) como proyecto, ya es un acuerdo, se publicó en el Diario Oficial de la Federación.
Bajo ese contexto el IFT esta convocando en dos fases, primero a las estaciones de radio y televisión y en la segunda fase se dialogará con las empresas telefónicas sobre el uso del CellBroadcast. Habría varias opciones para difundir la alerta sísmica, una de ellas sería a través de un emisor primario SASPER para insertar la señal de alerta, otras más sería hacerlo a través de un controlador de CellBroadcast, que permite autentificar el emisor del contenido de alerta, pero veremos.
Soy optimista, yo creo que sí se van a dar todas estas cosas en el futuro. Con este panorama el futuro del CIRES esta garantizado y por ello brindaremos en unos años más con un Tequila ‘amezcalado’ de la familia Casas Álvarez.