El aumento de los pozos de inyección de fluidos incrementó el número de terremotos desde 2009 en el centro y este de Estados Unidos pasando de una decena ese año a 650 en 2014.
«Consideramos convincente la evidencia de que los terremotos que hemos estado viendo cerca de las zonas de inyección están inducidos por la actividad del petróleo y el gas», señaló el estudiante de doctorado de la Universidad de Boulder, Matthew Weingarten, director del estudio.
Los investigadores establecieron una diferencia entre los diversos pozos de inyección profunda, pues los que introducen en la tierra más de 300.000 barriles de aguas residuales al mes era más posible que estuvieran asociados a terremotos que otros de menor potencia.