Los terremotos no matan a las personas, sino que lo hacen los edificios mal construidos. La resistencia a un terremoto tiene más relación con la construcción de edificios y con la capacidad económica e institucional de un país que con la fuerza de la sacudida.
Los terremotos más mortíferos no son los más potentes, sino los que ocurren en países más pobres. La devastación es causada por nuestras obras cuando colapsan durante un evento sísmico.
Todo esto es consecuencia de la pobreza, de la falta de estándares de construcción y de la falta de cumplimiento de las normas existentes. Asimismo, se debe al poco acceso a materiales y herramientas adecuadas y a la limitada capacidad para construir edificios preparados para los seísmos.