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Para los que ayudaron, gratitud eterna, homenaje
Cómo olvidar —joven desconocida, muchacho anónimo,
anciano jubilado, madre de todos, héroes sin nombre—
que ustedes fueron desde el primer minuto de espanto
a detener la muerte con la sangre
de sus manos y de sus lágrimas;
con la conciencia
de que el otro soy yo, yo soy el otro,
y tu dolor, mi prójimo lejano,
es mi más hondo sufrimiento
Para todos ustedes, acción de gracias perenne
Porque si el mundo no se vino abajo
en su integridad sobre México
fue porque lo asumieron
en sus espaldas ustedes
Ustedes todos, ustedes todas, héroes plurales,
honor del género humano, único orgullo
de lo que sigue en pie sólo por ustedes
Reciba en cambio el odio, también eterno, el ladrón,
el saqueador, el indiferente, el despótico,
el que se preocupó de su oro y no de su gente,
el que cobró por rescatar los cuerpos,
el que reunió fortunas de quince mil millones de escombros
donde resonarán por siempre los gritos
de quince mil millones de muertos
“Las Ruinas de México”, los poemas de José Emilio Pacheco sobre el sismo del 85