En la cosmovisión andina, la Tierra no es solo un suelo que se pisa, sino un ser vivo lleno de energía, espíritu y poder. Entre los antiguos incas y otros pueblos del Perú prehispánico, los fenómenos naturales como los sismos, las erupciones o las lluvias no eran vistos como simples eventos físicos, sino como manifestaciones de las divinidades que habitaban el mundo. Una de las más temidas y respetadas era la serpiente Pachacámac, símbolo del poder que sacude los cimientos del mundo.
Pachacámac fue una de las deidades más importantes del mundo andino. Su nombre significa “el que anima el mundo” o “el que ordena el universo”. Se le consideraba un dios creador y destructor a la vez, capaz de dar vida, pero también de traer el caos cuando el equilibrio del cosmos era alterado.
En la vasta literatura fantástica, pocas criaturas son tan emblemáticas como Gran A’Tuin, la inmensa tortuga estelar que surca el espacio en la saga Mundodisco de Terry Pratchett. Según la leyenda de este universo, Gran A’Tuin transporta sobre su caparazón cuatro gigantescos elefantes, y sobre ellos descansa el propio Mundodisco: un mundo plano cubierto de mares y continentes.
Aunque se trata de una creación literaria, Gran A’Tuin se nutre de una larga tradición de mitos en los que animales cósmicos sostienen la Tierra, una idea que conecta de manera sugerente con la forma en que algunas culturas explican fenómenos naturales como los terremotos.
Shesha Naga, también llamado Ananta Shesha o simplemente Shesha, es una figura central de la mitología hindú y aparece en los textos sagrados como el Mahabharata, el Bhagavata Purana y los Vedas.
En las leyendas, Shesha es una serpiente cósmica de múltiples cabezas (a veces se dice que tiene mil) y es el rey de todos los nagas. Se le asocia con Vishnu, uno de los dioses principales del hinduismo, ya que Shesha suele aparecer sirviendo como su lecho en el océano cósmico, sosteniéndolo mientras duerme entre ciclos de creación.
Recuerda nuestra entrega anterior que fue sobre el origen de los terremotos según la mitología en Siberia.
En esta serie seguimos explorando el origen de los sismos desde diferentes mitologías, en esta ocasión nos adentramos a la cultura mexica.
Desde hace mucho tiempo, los sismos han causado miedo y asombro. Antes de que existieran las explicaciones científicas, los pueblos antiguos creaban historias para entender estos fenómenos naturales. Una de las más interesantes es la que contaban los aztecas.
Según la mitología azteca, la Tierra tiembla por culpa de un dios muy poderoso llamado Tezcatlipoca o también conocido como Tepeyollotl y por la historia de los cinco soles, que representan cinco etapas diferentes del mundo.
En regiones volcánicas como México, es común escuchar que “cuando un volcán se activa, provoca temblores”. Esta creencia popular ha pasado de generación en generación, especialmente en comunidades cercanas a colosos como el Popocatépetl. Sin embargo, aunque tiene un pequeño fundamento, la relación entre volcanes y sismos es mucho más compleja y, en la mayoría de los casos, el mito es exagerado o malinterpretado.
Este mito se basa en una observación real: cuando un volcán está activo, suele haber pequeños sismos a su alrededor. Estos movimientos, conocidos como sismos volcánicos, se producen por el ascenso del magma, que fractura las rocas internas del volcán mientras intenta salir a la superficie.
En zonas como el Eje Neovolcánico de México, es común que los habitantes asocien cualquier sismo con la actividad del Popocatépetl, por ejemplo. Sin embargo, esto no significa que los volcanes “provoquen” los grandes sismos que sacuden al país.
Existen dos tipos principales de sismos:
Sismos volcánicos: Son de baja magnitud (generalmente menores a 4.0) y están localizados en las inmediaciones de un volcán activo. Son causados por el movimiento del magma o gases dentro del sistema volcánico.
Sismos tectónicos: Son los más comunes y potentes. Ocurren por el movimiento de las placas tectónicas en zonas de subducción o fallas geológicas. En México, los más fuertes suelen originarse en la costa del Pacífico, lejos de zonas volcánicas.
Los grandes terremotos no tienen relación directa con volcanes, sino con el choque de placas como la de Cocos y la de Norteamérica. Un volcán activo como el Popocatépetl puede causar sismos locales, pero no va a desencadenar un terremoto de magnitud 7 o más. En cambio, la actividad sísmica fuerte proviene de zonas tectónicas bien identificadas, como las costas de Guerrero, Oaxaca o Michoacán.
El monitoreo volcánico y sísmico en México lo realiza el CENAPRED (Centro Nacional de Prevención de Desastres) y el Servicio Sismológico Nacional (SSN), quienes publican informes frecuentes y confiables para la población.
Ante esta desinformación ¿qué podríamos hacer?:
Informarnos sobre la diferencia entre sismos y erupciones.
Seguir las recomendaciones de Protección Civil.
No difundir rumores ni mensajes alarmistas en redes sociales.
En las vastas y heladas tierras de Siberia, donde la naturaleza a veces impone su fuerza, los pueblos originarios han construido una rica tradición para explicar los misterios del mundo. Entre estos relatos destaca una antigua creencia que da sentido a un fenómeno tan inquietante como los terremotos.
Según la tradición de algunos pueblos indígenas siberianos, Tuli era un dios que conducía un gran trineo lleno de tierra, tirado por una jauría de perros gigantes. Este trineo recorría los mundos subterráneos, y era responsable de transportar la tierra que sostiene el equilibrio del mundo.
Existen numerosos mitos sobre cómo y por qué ocurren los sismos en diferentes culturas, en esta entrega te presentamos la leyenda del pueblo Muiscas originario de Sudamerica en lo que actualmente es la ciudad de Bogotá, Colombia, el dios Chibchachum y su relación con los temblores.
A este dios se llamaba como la lengua Chibcha: Chim quiere decir báculo en esta lengua, juntando los dos vocablos y diciendo Chibchachum, significa báculo de esta Provincia Chibcha, igualmente esta deidad era su protectora.
Los terremotos han sido parte de la historia de la humanidad desde tiempos antiguos. Diferentes culturas han intentado explicar estos movimientos de la Tierra a través de mitos y leyendas. En esta serie, exploramos algunas de las historias más fascinantes sobre el origen de los sismos. Hoy, viajamos a Nueva Zelanda para conocer la leyenda de Ruaumoko, el dios maorí de los terremotos y los volcanes.
Según la mitología maorí, Ruaumoko es el hijo menor de Ranginui (el cielo) y Papatūānuku (la Tierra). Al principio, sus padres estaban abrazados, atrapando a sus hijos en la oscuridad. Sus hijos mayores, cansados de vivir sin luz, decidieron separarlos. Tane, el dios de los bosques, logró levantarlos, creando el cielo y la tierra como los conocemos hoy.
A lo largo de la historia, muchas culturas han creído que ciertos animales pueden predecir sismos. Uno de esos animales es la tortuga de acuerdo con la cultura Hindu.
Aunque no hay evidencia científica sólida que lo respalde, los hindúes creían que las tortugas pueden sentir cambios en el ambiente antes de un terremoto.
Todavía hoy en día, algunas personas creen que, antes de un sismo, las tortugas pueden mostrar comportamientos extraños: por ejemplo, podrían contraerse más en sus caparazones o moverse de manera diferente. Este tipo de comportamiento llevó a muchos a pensar que pudieran detectar algo inusual en el suelo o en el aire.
En otras culturas, se ha contado que las tortugas son criaturas sabias y observadoras. Se cree que, al igual que otros animales, tienen una conexión especial con la naturaleza. Esto ha llevado a la idea de que pueden prever desastres naturales, como los sismos.
A pesar de las historias, la ciencia aún no ha encontrado pruebas claras de que las tortugas puedan predecir sismos. Algunos investigadores han estudiado cómo los animales, en general, pueden percibir cambios en su entorno, pero los resultados son variados. Las tortugas tienen sentidos agudos, y es posible que puedan notar cambios que los humanos no pueden.
Aunque las tortugas son fascinantes y sus comportamientos son objeto de diversos estudios, no hay suficiente evidencia científica para confirmar que pueden predecir sismos. Sin embargo, la idea de que los animales pueden sentir lo que nosotros no podemos, sigue siendo un tema interesante y lleno de misterio.
Los topos son pequeños mamíferos subterráneos conocidos por su capacidad de excavar y vivir bajo tierra, estos animales han despertado el interés de los científicos por mucho más que sus hábitos alimenticios y ecológicos.
Una de las preguntas más comunes que se han formulado en las últimas décadas, es si estos animales tienen la capacidad de percibir los sismos antes de que ocurran.
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